Sus vidas por la de los demás

Los policías fueron condecorados por la Alcaldía de Ibagué con la Orden del Ocobo al Ciudadano Ilustre y la Policía nacional, en cabeza del general Óscar Atehortúa Duque, director de la Institución, también los exaltó en Bogotá.

Salvar una vida cambió las de cuatro uniformados de la Policía Metropolitana de Ibagué adscritos a la Seccional de Tránsito y Transporte, hecho que hoy los tiene catalogados como ‘Héroes Verde Oliva’.

Se trata del intendente Guillermo Andrés Pimiento Gómez, los patrulleros Laurencio Plata Quiceno, Cristian Fabián Cardozo Díaz y José Alexánder Ordóñez Cepeda, quienes quitaron de las ‘garras’ de la muerte a Fabián Virus, miembro de la comunidad Ltgbi que intentó lanzarse al vacío del puente de la Variante.

Aunque han pasado cinco días de aquella ‘misión cumplida’ bajo el lema ‘Dios y Patria’, hoy los ‘ángeles de la vida’ siguen con sus actividades diarias como papás, esposos, hermanos, hijos y policías en las carreteras a las afueras del casco urbano de la Musical.

Este hecho los marcó y agradecen a Dios por haber estado en el momento indicado para salvar al joven que atentó contra su existencia y de paso en medio del hecho también estuvo en riesgo la humanidad del patrullero Plata Quiceno, que por cuarta vez ha impedido que varias personas salten al ‘más allá’. Él fue quien cogió la mano de Virus para que no cayera al abismo.

¿Pero quiénes son ellos? ¿Cómo fue ese momento? ¿Qué pasó después de que rescataron al joven? y ¿Cómo marcó el caso sus vidas? Esas fueron algunas de las preguntas que respondieron a este medio de comunicación los protagonistas de esta historia.

 

Así pasó

Las manecillas del reloj marcaban las 2 p.m. cuando Fabián Virus salió por la zona boscosa hacia el puente y cruzó la polisombra. Cardozo Díaz y Ordóñez Cepeda estaban listos para irse a almorzar, acababan su turno; sin embargo, el segundo vio que el muchacho corría con la intención de saltar al vacío. Así que pidió apoyo a la Central, llamado que atendieron Plata Quiceno y Pimiento Gómez, quienes se acercaron al sitio.

Virus pasó la zona de lo que se prevé será el paso peatonal del puente, se agarró de una varilla y quedó en el borde de una columna. Por varios minutos Ordóñez Cepeda le dijo “todos nosotros tenemos problemas en la vida. No lo haga, piense en su familia. La vida vale mucho y la queremos ayudar”.

Pero Virus no decía nada, los miraba a los ojos fijamente y luego hacia la profundidad.

Las palabras parecían que se las llevaba el viento que soplaba por el lugar, porque el joven no atendía a ninguna. Y fue en esos momentos en que el patrullero Plata Quiceno sin pensar y mucho menos dudarlo saltó hasta donde estaba Virus y lo agarró de la muñeca.

Puso su humanidad en peligro con tal de no dejar caer a la persona que llevaba puestos unos guantes de látex, lo que dificultó más el actuar del uniformado, porque ese material facilitaba que se resbalara la mano de Virus de la del policía. El joven quedó con sus piernas flotando en el aire mientras el uniformado lo sujetó de los dedos, y él arrodillado sacó todas sus fuerzas y pidió ayuda para que lo sostuvieran y no se cayeran al fondo. En un cordón humano a ambos los quitaron del muro.

Fue cuestión de segundos en los que Plata Quiceno una vez más ayudó a otro ser humano a tener una segunda oportunidad y a seguir existiendo.

‘Loco, pero bruto’. Así le dicen al patrullero Plata Quiceno a quien algunos felicitaron por su acción heroica, pero otros lo juzgaron por no pensar en los suyos, en que por poco sacrifica su vida por la de alguien que no conocía.

Tiene 38 años de edad y es natural de Castilla, en La Nueva, jurisdicción del Meta. Desde hace 13 años porta el uniforme con orgullo. Ingresó a la Policía Nacional luego de ser soldado profesional. Recibió varios consejos para que perteneciera a la Institución y así lo hizo.

Es separado y combina sus labores como policía con las de padre cabeza de familia, pues está a cargo de dos de sus tres hijos menores de 10 y siete años de edad, quienes lo ‘regañaron’ y le pidieron que tuviera cuidado en sus labores: “La niña me dijo que si hubiera pasado algo, ellos qué, ¿qué hubiera pasado ahí? Me recalcaron que no lo volviera hacer”, contó el agente.

Pero Plata Quiceno tiene un espíritu arrollador y su lema es que hay que actuar. No es la primera vez que ha impedido suicidios. Cuando estuvo en Cajamarca evitó tres: “Todo es distinto, hay personas que dan pie para la conversación, otras no dan tiempo. Hay un joven que dice que hubiera sido mejor haberse tirado, porque lo saqué de un golpe. Otro intentó suicidarse con una muchacha, logramos persuadirlos, pero a los nueve meses me llamaron para contarme que el muchacho se había arrojado, tenía como 22 años y vivía cerca al puente de Cajamarca, fue difícil porque era una persona que compartía con nosotros, era allegado a nosotros”, recordó el uniformado.

Otro de los casos que marcó al patrullero fue la muerte de la madre con su hijo en el puente de La Variante: “Ese día pasamos, pero debimos haber parado ahí, había muchos policías y psicólogos, no se trataba del trabajo psicológico, era cuestión del trabajo del loco, el loco actúa y después piensa, tocaba reaccionar, de pronto en el momento no estaba el loco que lo hubiera hecho, de una persona que tenga la valentía”, señaló Plata Quiceno.

En el momento en que atravesó el muro para coger a Virus no reflexionó en que algo malo le hubiera podido pasar, pero luego de que vio las fotos y el video donde quedaron captados esos momentos de zozobra se percató de la magnitud del hecho: “Hay una fotografía donde se ve a la persona totalmente descolgada. La gente del común lo felicita a uno, pero también juzgan en el buen sentido de la palabra de que no pensé en los que me rodean. En cierta forma, es duro, marca”, puntualizó Plata.

 

Orgulloso de su labor

Ayer el intendente ibaguereño Guillermo Andrés Pimiento Gómez cumplió 16 años en la Policía. Ha vivido varios episodios en los que la muerte ha estado cerca de él. Cuando llegó al Cauca a apoyar en la seguridad de unas elecciones: “Íbamos en un camión, nos bajamos tres veces y en la última un compañero me dijo que me cambiara de puesto con él porque empezó a hacer frío, me puse los tapa oídos y en cuestión de cinco segundos me dio olor a pólvora, vi algo negro, abrí los ojos y le dije a mi curso hágale corra, cuando lo miré le habían pegado un tiro en la cabeza por detrás, hubiera podido ser yo”, relató Pimiento Gómez. Tiene 35 años, es casado y padre de dos hijos de 11 y nueve años. Ingresó a la Policía por tener una estabilidad laboral, pero hoy en día se siente orgulloso de ser un ‘verde oliva’, de haber ayudado a Virus para que no apagara su luz en este mundo: “No como policía, es como ser humano, uno siente orgullo de que se está salvando una vida”, manifestó Pimiento.

 

El de las palabras

El patrullero José Alexánder Ordóñez Cepeda nunca se cansó de darle motivos al joven que es miembro de la comunidad Lgtbi para que desistiera de la fatal decisión que tenía en su cabeza. Es de Mariquita y hace parte de la Policía desde hace 15 años y siete meses.

Desde que se acabó el convenio de tránsito entre la Metib y la Alcaldía, junto a unos compañeros permanece en el sector del puente de la Variante. El día en que sucedió el caso fue el primero que se dio cuenta de la intención que tenía el muchacho y lo siguió hasta el muro, sin embargo, este no ha sido el único caso, ya que “cuatro noches atrás (pasado martes) llegó un joven en un carro, lo estacionó antes de la lona y se estaba tomando una botella de ron solo, decía que tenía muchos problemas con la esposa, la mamá y que estaba muy aburrido, hablamos con él y un amigo de él que llegó al sitio y se lo llevó en el carro”. Ordóñez ha sido testigo de varias personas que han arribado al puente, tal vez con el propósito de arrojarse al vacío, pero no lo han hecho.

 

Su vida en dos

 En 13 años que lleva de patrullero Cristian Fabián Cardozo Díaz, nunca había pasado por algo similar. “Dios quiso que estuviera en ese momento. Nadie está preparado para este tipo de situaciones”, refirió el uniformado y entre lágrimas contó cómo fueron esos momentos de angustia por ver que una vida podía esfumarse ante su presencia. Entre lágrimas y con la voz cortada, Cardozo recordó que una vez salvaguardaron a Virus llegó a su casa, guardó un profundo silencio y abrazó a su madre: “Hay un antes y un después de esto, a nivel personal uno dice incoherencias como que la gente está loca.

Esto lo deja marcado a uno por más profesional que sea. Lo que más le da tranquilidad a uno es que uno salvó una vida. Es algo que nadie se lo va a quitar más allá de una condecoración, de un pergamino o una medalla, es lo que representa para las demás personas, saber que Dios nos iluminó para estar en ese momento, eso nadie nos lo va a quitar”, manifestó Cardozo. 

Credito
POR ANNY CAMPOS ESPECIAL PARA EL NUEVO DÍA

Comentarios