¡Solos en casa!

Quedarse solo en casa es la gran maravilla cuando se es adolescente: hacer lo que se quiere, escuchar música y si no hay restricciones específicas, invitar a unos amigos para una piyamada o una noche de Wii. Incluso, hasta salir a dar un paseo, pero… ¿hasta dónde llegan las responsabilidades cuando no están los papás?

“Nunca nos había pegado, pero en esta ocasión, yo creo que nos pasamos”, cuenta Jorge, un joven de 16 años, refiriéndose a él y a su hermana de 14, Angie.

Su papá los dejó solos porque iba a encontrarse en Bogotá con su esposa, una artista. Los dejarían solos en casa un fin de semana, pero la situación no resultó como papá esperaba.


“Tan pronto se fue mi papá, organizamos todo para hacer una fiesta con varios amigos, aunque él nos había dado permiso para invitar apenas a 10”, cuenta Jorge. Las amigas de Angie tendrían disponible para ellas el segundo piso.


La fiesta se salió de control rápidamente aunque ellos no deseaban que fuera así. “Las amigas de mi hermana empezaron a bajar y a reírse delante de mis amigos, y cuando las vimos ya estaban abajo tomando ponche”.


Ese fue otro error que Jorge admite. Algunos de sus amigos tomaron ponche –licor mezclado con jugos- y uno de ellos enfermó al llegar a su casa.


“Se armó lío. Los papás de mi amigo llamaron a los míos y por primera vez me pegaron una palmada y me castigaron”, finaliza Jorge.


Angie también fue castigada y ambos fueron advertidos de los problemas que pudieron ocasionar y de la decepción que habían provocado en sus padres.


“No son malos hijos, pero reconozco que hemos tenido problemas para inculcar en ellos responsabilidades. Aún son niños y debemos estarles diciendo las cosas. Aún acuesto a Angie, por ejemplo”, reconoce Ángela, la mamá de estos dos menores.


La responsabilidad se debe inculcar en los jóvenes desde niños, porque luego las reprimendas no ejercen en ellos el efecto deseado.


“La idea finalmente no es lograr que el adolescente cumpla con las reglas o respete los límites como un robot, sino la idea es aprender a establecer límites y reglas (y obviamente consecuencias) que ayuden a ese adolescente no sólo a crear una consciencia de cómo su comportamiento afecta a los demás, cómo su decisión de hacer o no hacer va más allá de sí mismo, sino que también esos límites, reglas y consecuencias le ayuden a desarrollarse de modo que crezca para ser, más adelante, un adulto sano, responsable y autónomo”, explica la psicóloga Sandra Barocio Rocha.


Con ella coincide la psicóloga Dolores Martínez: “Los padres y madres que sólo actúan desde la rigidez de la norma, desde la incomprensión o desde el castigo, no generan confianza. Pero tam-poco la generan quienes sólo se limitan a ser espectadores, quienes no aportan puntos de referencia”.

Credito
BELKYS P. ESTEBAN

Comentarios