¡Quiero que me traten como adulto!

Puede resultar muy contradictorio, incluso para los propios jóvenes, querer ser tratados como adultos, pero a la vez sentirse tan vulnerables como cuando eran chicos. ¿Qué hace? ¿Tratarlos como adultos o como niños? ¿Cuáles son los comportamientos típicos de un adolescente? Justamente la adolescencia es una lucha entre querer ser grande, pero seguirse sintiendo a veces como un niño.

En diciembre, Rubén, de 15 años, tendrá que enfrentarse a un difícil reto: “Mis papás se van a un crucero para celebrar su aniversario de matrimonio, y aún no han decidido si me darán el voto de confianza para quedarme solo en casa o me dejarán con mis tíos”. 

Por un lado, Rubén quiere quedarse solo y poder demostrarles a sus papás que cuenta con suficiente autonomía.  “Viajé solo de intercambio al extranjero y estuve un mes fuera. Me fue súper bien y no tuve ningún problema.

Ahora quiero mostrarles a mis padres que en mi casa también me portaré bien”, señala Rubén.  Sin embargo, hay algo que lo preocupa. Su padre considera que es un buen momento para que haga parte del negocio familiar y quiere que empiece desde abajo. 

“Rubén dice que no le parece porque no se siente aún en la capacidad de desarrollar un trabajo y no quiere decepcionar a su papá si las cosas no salen como se espera de él”, comenta su mamá. 

Lo que el padre de Rubén desea es precisamente que el adolescente adquiera los valores que da el trabajo, pero se ha encontrado con la negativa de su hijo. La otra alternativa es que Rubén se quede con sus tíos para que ellos lo cuiden y estén pendientes de lo que pueda necesitar.  “Pero él dice que no necesita que lo vigilen, que ya no es un niño.

La verdad es que aún no hemos decidido”, comenta la mamá de Rubén. 

Otro factor que los preocupa es que se acerca la temporada de vacaciones, y como mamá le preocupa que su hijo se vaya de rumba con sus amigos.  “Últimamente ha estado saliendo mucho, y aunque cumple las normas que le imponemos con respecto a la hora de llegada, me preocupa que sea diferente en el momento en que no estemos nosotros”. 

Camilo Cifuentes, sociólogo y psicólogo juvenil, señala que si no hay razones para pensar lo contrario, hay que confiar en los jóvenes. “Si el adolescente ha cumplido las normas hasta un momento determinado, no hay razón para pensar que harán lo contrario y lo ideal sería, con base en este buen comportamiento, irle dando poco a poco oportunidades de demostrar que es autónomo y que puede dejar de tratársele como a un niño”.  Sin embargo, algunos comportamientos de los jóvenes aún serán guiados por su falta de madurez emocional.

“Es normal porque los adolescentes están en esa lucha, pero su pensamiento madurará en la medida en que haya muy buena comunicación y espacios para manejar por sí mismo situaciones que les mostrarán cómo es la vida real”, explica Cifuentes.  Pero, ¿trabajar es uno de ellos? “Sin duda.

Trabajar es un espacio fabuloso a la hora de madurar las emociones y aún más si existe la posibilidad de trabajar en lo que al chico le gusta y es su pasión. Sin embargo, es bueno que exploren lo que es el ambiente laboral en todas las áreas”, puntualiza. 

La psicóloga Margarita Mendoza Burgos señala en su blog que es comprensible que los jóvenes hagan cosas que parecen ilógicas porque son sus primeras pinceladas de autonomía y por lo tanto son “intensas e incoherentes”. 

La experta también señala que es importante que los padres conozcan cuál debe ser el comportamiento de los adolescentes, para saber qué esperar de ellos. 

En una investigación realizada por el psiquiatra José Luis Lillo Espinosa, se concluyó que los adolescentes tienen “movimientos regresivos a posiciones y satisfacciones infantiles normales,  para adquirir nuevamente vigor y fuerza para nuevos logros y pasos en su crecimiento y madurez”.

Credito
belkys p. esteban

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