Perder el año: mucho por analizar

Recibir el boletín de notas con resultados en rojo y la noticia de que el adolescente perdió el año, puede ser igual de frustrante para él y para sus padres. Antes que hacer un melodrama, vale la pena hacer una reflexión sobre qué fue lo que pasó y cuánta responsabilidad tienen todos en lo sucedido.

“Hola, estoy demasiado triste. Esta misma tarde me enteré que perdí grado décimo… yo sí sabía que iba mal, tenía una pequeña esperanza de recuperar las materias que estaba perdiendo, pero lamentablemente el puntaje no alcanzó.

“En estos momentos no se qué hacer, estoy agobiada y tengo miedo de la reacción de mis padres. Me duele demasiado la decepción que les causaré, no quiero que se decepcionen, no quiero verlos tristes, ellos esperaban mucho de mi… resulté ser todo lo contrario a mi hermano, uno de los mejores resultados del Icfes, súper inteligente y le va demasiado bien en la Universidad, es un orgullo para la familia. (Mis padres buscaron que me ayudara pero mantiene muy ocupado).


“Ya no tengo ganas de hacer nada, realmente siento que me esforcé. Mis padres buscaron y pagaron a personas para que me explicaran en las materias que iba mal, pero de nada sirvió”, escribió una joven en un foro de internet donde se planteaba el tema de la pérdida del año escolar.


Perder el año tiene dos caras de la moneda (o quizá muchas más dependiendo de cada situación): está el estudiante perezoso, que a pesar de los esfuerzos de sus padres, se descuidó y mintió sobre su verdadero rendimiento. Y por el otro lado, el chico con dificultades de aprendizaje, con problemas emocionales o sociales, que ve en la pérdida del año uno de los peores problemas de su vida.


Apenas el 26 de noviembre pasado, un niño se suicidó en Suba, Bogotá, porque, supuestamente, perdió el año. Aunque la situación no quedó clara y sus padres dicen que no lo perdió, el temor al rechazo familiar está latente en los jóvenes.  

El tema escolar, en general, es un detonante para que los niños tomen la opción de quitarse la vida.


“No es en sí la pérdida del año, el detonante principal es lo que sucederá a raíz de esto: el rechazo o la decepción de los padres, la sensación de inutilidad, el vacío de no sentirse querido porque no responde con lo que se espera de él”, señala el psiquiatra Diego León Carrillo.  


Lo que queda claro es que perder el año no debe ser asumido como una situación trágica, sino de reflexión que permita analizar qué fue lo que pasó. Incluso, los padres del adolescente tienen también responsabilidad en el asunto.


“Perder al año es una tarea que se queda pendiente para toda la familia, no solo para el estudiante. No quiero decir con esto que el chico no sea responsable, pero no es el único. Perder el año significa que el chico no se esforzó lo suficiente y que la familia no lo hizo tampoco porque no buscó estrategias para evitar que esto pasara”, señala Rivero.

Credito
BELKYS P. ESTEBAN

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