¡Soy caprichoso!

“Algunas veces mis estados de ánimo me hacen sufrir. En algunas ocasiones la gente dice que soy caprichoso y que piensen así me enoja”, es el testimonio de Ricardo, de 16 años. Es verdad que muchas veces no podemos controlar nuestros impulsos y actuamos sin razón, pero si siempre es así, puede ser que estemos cayendo en un comportamiento caprichoso.

La vida puede resultar muy difícil a los 15 años y muchas veces los padres no lo entienden. Hay tantas emociones por descubrir, tantas decisiones qué tomar (qué voy a estudiar, qué me voy a poner, qué voy a hacer el fin de semana, ¿voy a salir con esta persona? ¿Será mejor terminar mi amistad con aquella? ¿Voy a aprender a conducir o no?), que no es fácil escoger o incluso saber qué es lo mejor para ti.

Pero hay algo en lo que los adultos tienen razón: hay que buscar un objetivo, hay que tomar decisiones y hay que perseverar, porque de lo contrario nos quedaremos siendo adolescentes caprichosos el resto de nuestra vida.


Caprichoso no es querer darse un gusto de vez en cuando, caprichoso es no saber si este es el momento justo para comprarme eso que tanto deseo.


“Una persona caprichosa es aquella que siempre está cambiando de parecer sin ningún sentido, sin ninguna razón o ningún argumento y tristemente, los padres tienen mucho que ver, pero eso no significa que no se pueda cambiar”, explica Lilian Mora, psicóloga.


Es cierto que no es fácil escoger una carrera. Que saber qué es lo que uno quiere no es algo que se dé de un día para otro. Pero cambiar de profesión cada primer semestre demuestra falta de perseverancia y esa es una de las características de una persona caprichosa.


Es verdad, nuestros padres pudieron habernos acostumbrado a darnos cualquier cosa que pedíamos en el momento en que lo pedíamos. Nuestra familia pudo haber soportado nuestras rabietas en la infancia e incluso nuestros amigos pueden aguantarse nuestra falta de constancia, pero, ¿lo hará un jefe? ¿Lo hará un novio o novia?


“Usualmente, las personas caprichosas llegan al caos en algún momento de sus vidas porque no han perseverado. Y si uno no cambia en la adolescencia puede llegar a los 30 años aún sin nada estable, comportándose como un niño y eso no es para nada atractivo”, explica la psicóloga.


Sí eres así, ¡reconócelo! Porque ese es el primer paso para cambiar.

Credito
BELKYS P. ESTEBAN

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