Autolesión, un grito en la piel que pide atención

Los cortes en la piel y las autolesiones en adolescentes son más frecuentes de lo que se cree y de lo que ellos mismos reconocen. A pesar de que se refieren a este hábito como una moda pasajera y no como una conducta suicida, el porqué lo hacen va mucho más allá y la alerta para padres y colegios debería estar en rojo.

Lauren* tiene 14 años y ya fue a Disney, Europa, Panamá y ha recorrido casi toda Colombia. En uno de esos viajes, a la playa, se le olvidó que tenía un secreto guardado en su brazo derecho y se quitó la salida de baño manga larga frente a sus padres. La madre, alarmada, le dijo que si seguía con esa ‘modita’ no le daría el celular que había pedido para su cumpleaños y le quitaría el internet de la casa.

Entonces, durante un tiempo Lauren dejó de cortarse.

“Quería el Iphone X, obvio, y no sé, sabía que a mi mamá se le olvidaría y a mi papá pues ni le importaba. Luego volví a hacerlo una noche que mis papás empezaron a pelear y mi mamá le sacó en cara que tenía otra. No sé, o sea, no me quería suicidar, obvio, solo es como una forma de evitar ponerle cuidado a lo que pasa, pero no me voy a matar”, dice en tono despreocupado.

Una amiga suya del colegio y otra del curso de francés también lo hacen. La del curso también está pasando hambre, o quiere pasarla, mejor dicho. Según le dijo a Lauren, “los cortecitos” le ayudan a que el estómago le duela menos cuando pasa muchas horas sin comer.

En los tres casos, los padres trabajan mucho, hablan poco y están en casa menos.

“Ese no es el problema, es decir, no hay problema que no estén, a veces es mejor. Cortarse es raro para algunos, yo sé, pero a nosotros nos ayuda como a desahogarnos, se siente bien. Además, no va a ser para siempre”, asegura la amiga del colegio.

Sin embargo, a pesar de la negación y lo inofensivo que para ellas resulta, sí hay un problema. Uno que no distingue clases sociales: se cortan tanto los mejores alumnos del colegio más caro como la adolescente que dejó de estudiar para ayudar en su casa.

 

Un grito mudo

Los cortes y autolesiones ahora “promocionados” entre adolescentes son marcas visibles pero que no lesionan órganos. El ‘cutting’, según varios psicólogos y psiquiatras, es una práctica a la que recurren los adolescentes para crear dolor físico y desplazar el psicológico. Cuchillos con poco filo, tijeras, pedazos de vidrio, hojas de cuchillas, bisturís y cualquier objeto que les permite hacer pequeños cortes. Duele, porque cortar la piel duele, pero muchos de ellos aseguran que ese dolor borra un poco lo que los confunde, lo que los aflige.

Su objetivo no es matarse, pero aunque no lo sea, el hecho de cortarse no es algo normal, así ellos lo crean.

Andrés* estudia en un colegio público cerca a Bucarica, el barrio donde vive. En su salón, cuenta, varios compañeros se cortan o lo han hecho antes.

Un día, durante el descanso, su novia, de apenas 13 años como él, le contó que se sentía frustrada porque nunca podía hacer nada cuando su hermano llegaba drogado a la casa y el padrastro de ambos le daba golpes hasta sacarle sangre. La madre se quedaba callada y por ende ella también. Le mostró unas cicatrices que tenía en la pierna. Parecían cortes hechos hacía poco tiempo y él le preguntó si se los había hecho su padrastro. Ella negó con la cabeza.

“Me dijo que cuando se cortaba, así, un poquito, se sentía mejor. Que lo intentara cuando estuviera mal por algo, que eso ayudaba”, menciona Andrés.

Él lo intentó y ahora tiene unas cuantas cicatrices en el antebrazo y en el estómago que se hizo con un vidrio roto. No sabe bien por qué lo hizo. O no admite que sea por algo, pero en su casa se siente un cero a la izquierda. Es hijo de una madre soltera que tiene dos trabajos, que nunca está en casa y que le exige cuidar a sus dos hermanos menores todos los días después del colegio, que les ayude con las tareas y que les dé de comer.

“Como que lo relaja a uno un poco y como que lo hace a uno parte de algo, ¿si me entiende? O sea en el salón varios lo han hecho y como que somos un grupo. Lo hacemos de vez en cuando sin tener que contarlo y listo, es como un secreto, también”, comenta.

Una de las profesoras del colegio donde estudian ambos le vio una vez una cortada a Andrés, le preguntó qué le había pasado y al no tener respuesta le mencionó que dejara de hacerse el macho con esas modas porque le contaría a su mamá. Nunca le contó y él sigue cortándose a ratos.

La profesora de francés de Lauren, en cambio, sí le advirtió a los padres de la joven y a los de la amiga que dejó de comer. Ambas mamás llevaron a las chicas al psicólogo, les quitaron los celulares y les prohibieron salir. Las dos han faltado varias veces a las citas y se siguen cortando a veces.

Ese hábito de autolesionarse para liberar emociones o para encajar es cada vez más frecuente alrededor del mundo adolescente y es por eso que aunque hasta hace poco se veía como intento de suicidio o trastorno psicológico, hoy es catalogado por algunos padres, educadores y hasta medios de comunicación como “una nueva moda”.

 

¿Pero lo es? ¿Moda o trastorno?

 Según el médico psiquiatra Camilo Umaña Valdivieso, las conductas de autolesión no son nuevas y están asociadas desde hace muchos años a algunos trastornos psiquiátricos; sin embargo, en los últimos años ha pasado de ser una condición que obedece a una enfermedad a convertirse en una vía de escape para los adolescentes.

“La globalización, las redes sociales, la rapidez de la información en estos tiempos ha hecho que ciertos comportamientos se difundan y generen contaminación. A su vez, esa contaminación hace que personas que no tengan trastornos entiendan ese tipo de acciones como normales, cuando no lo son”, explica. Los adolescentes, aclara, además de estar en una edad susceptible donde apenas están descubriendo quiénes son y quiénes quieren ser, asumen conductas de riesgo con facilidad y creen que nada les afecta. Por eso, son susceptibles ante cualquier cosa que signifique reto o que les proporcione algo de adrenalina, placer o desahogo. Y si sumado a eso pueden pasar, en cierto modo, desapercibidos, como con el ‘cutting’, mucho mejor.

Douglas Quintero Latorre, médico psiquiatra, agrega que si bien los adolescentes están en un periodo de sugestión bastante alto, el hecho de que las autolesiones les llamen la atención tiene que ver tanto con el bombardeo de información como con la necesidad de llamar la atención frente a lo que sucede a su alrededor.

“El ‘cutting’ necesita ayuda profesional, claro que sí. El adolescente está en un estado ansioso, que si bien no es con tendencia suicida, no es normal ni sano para el desarrollo normal. Es cierto que ya no es solo una conducta que corresponde a un trastorno psicológico, pero puede convertirse en ello si no se trata. Puede desencadenar depresión y trastornos más serios”, expone.

Los dos profesionales están de acuerdo que detrás de la necesidad o la curiosidad por cortarse, siempre hay algo: familias disfuncionales, bullying, falta de atención, presión social, trastornos alimenticios y otros factores que hacen que ellos vean en el dolor físico un alivio.

El Observatorio Nacional de Salud Mental en un reciente estudio indicó que en la población de 12 a 17 años se evidencia que el 12,2% es positivo en el tamizaje para algún trastorno mental, el 52,9% tiene uno o más síntomas de ansiedad, el 19,7% manifiesta cuatro o más síntomas de depresión y 2% de los adolescentes poseen síntomas sugestivos de convulsiones o epilepsia.

Esos datos, aunque no mencionan el ‘cutting’ como tal, pues sobre esa práctica apenas se está empezando a investigar en el país dado el hermetismo con el que los adolescentes la llevan a cabo, sí alerta sobre la ansiedad en ellos, un síntoma que para los expertos hace más fácil llegar a la autoagresión.

Sin embargo, lo que hace difícil actuar para que no se siga presentando es que los jóvenes no hablen sobre eso, que los padres no se den cuenta o crean que es una moda y que en los colegios se desentiendan del problema.

Credito
IRINA YUSSEFF MUJICA

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