¿Y las personas naturales cómo quedan?

EL NUEVO DÍA
Hace unas semanas conocimos el proyecto de reforma tributaria con el cual el Gobierno aspira a tapar parte del déficit en ingresos que se tiene por la caída de las rentas petroleras, las cuales, incluso, este año generan egresos netos para las cuentas públicas.

No voy a entrar en temas de los que los economistas llaman Economía Política (es decir, juicios de valor sobre los gastos e ingresos del Gobierno), aunque se debe aclarar que sí, gran parte de la desfinanciación que está viviendo el país se debería corregir vía control de algunos rubros de gasto que se han desbordado en los últimos años.

Lo que sucede con el petróleo y con los gastos es, por poner un ejemplo gráfico, que nos acostumbramos en casa a vivir con el trabajo temporal de papá, pagando la membresía del club y el acceso a los mejores restaurantes; pero una vez papá perdió el trabajo temporal, quisimos seguir yendo al club y comiendo todos los días en los mejores restaurantes: una ecuación que, a todas luces, no cuadra.

La reforma cambia las cargas en el impuesto de renta, bajando la que tienen las personas jurídicas, volviendo más pesadas las de las personas naturales, ampliando el número de contribuyentes, ampliando los rangos tarifarios de cómo se calcula el impuesto de renta, cargándole impuestos a ciertos individuos que hasta hoy su tributación era cero y reduciendo los beneficios de descuentos que tienen las personas naturales. De hecho, en vista de que una persona natural no puede descontar los costos y gastos asociados a su actividad generadora de renta, sufre una carga impositiva proporcional mucho mayor.

Muchos lectores dirán que las personas naturales no tienen los costos y gastos que mencioné anteriormente, lo cual, si se hila muy delgado, es debatible: para poder ir a trabajar, y ser exitoso en mi empleo, debo bañarme, comer, transportarme, entre otras cosas. Esos, indirectamente, son los costos en que yo, como trabajador estándar de la sociedad, incurro para poder ganarme el salario por mi actividad profesional. Eso de ninguna manera se lo puede descontar una persona natural.

Adicionalmente, a diferencia del Gobierno, que no ahorra en las épocas buenas para financiar las épocas malas, muchas personas naturales sí quieren hacerlo: en la etapa productiva quieren ahorrar, para que más adelante, en una etapa de desacumulación o en una etapa cesante, puedan tener un colchón de ahorro que les permita sustentar la falta de ingresos (si lo hiciera el Gobierno, no tendría que buscar dinero vía reformas tributarias cada dos años); pero las reformas restringen los incentivos para que la gente ahorre.

La reforma trae cosas interesantes (ojo, no necesariamente buenas para todo el mundo), pero lo que sí es cierto es que va a hacer muy gravosa la vida para los colombianos del común.

Credito
EL NUEVO DÍA

Comentarios