Después de un trabajo técnico, el Inco definió seis megaproyectos que conectarán al paÃs de norte a sur y de oriente a occidente, con dobles calzadas, túneles, viaductos, puentes y ferrocarriles. Con estos seis grupos de obras se adicionarán unos cinco mil kilómetros de carreteras a la red vial nacional y otros mil de lÃneas de ferrocarril.
Luis Fernando Andrade, gerente del Inco, calcula que se requerirán inversiones del orden de los 40 billones de pesos.
El nuevo modelo se desarrollará a través de Asociaciones Público Privadas (APP) y tiene dos caracterÃsticas esenciales: ninguna obra se iniciará sin estudios de estructuración ni se entregarán anticipos de dinero a los concesionarios beneficiados.
De esta manera, el sistema de concesión que venÃa operando, que ha recibido fuertes crÃticas, tendrá un giro. Lo que se pretende es que, una vez definidos los tramos por adjudicar, cada proponente presente su propuesta con estudios ambientales, prediales, geológicos y de demanda; además de planes de socialización, costos proyectados, plazos, manejo de riesgos y, sobre todo, creatividad en la financiación, para tener claras las reglas de juego desde el comienzo y erradicar la cultura del otrosà y las adiciones presupuestales. “El dinero mejor invertido en ingenierÃa es el que se destina a la estructuración de proyectos. Esa es la cultura que queremos crear en el paÃsâ€, explicó el ministro Cardona.
Para el gerente del Inco, con esto se da inicio a la obra de infraestructura más importante en la historia del paÃs, que representa la cuarta generación de concesiones. En la primera, el Estado corrÃa con la mayorÃa de los riesgos y el sector privado pocos. En la segunda, el riesgo de los concesionarios seguÃa siendo bajo, y en la tercera, que fue el modelo aplicado en la Ruta del Sol, empezó a ser más compartido. Ahora se suman todas esas experiencias, y cada firma debe mostrar mayor músculo financiero para poder sustentar el arranque de cada proyecto.
El primero se denomina Centro-Sur y conectará a Mocoa con Ibagué, siguiendo la ruta Mocoa-Neiva-Girardot-Puerto Salgar-Ibagué.
El segundo, Centro-Occidente, unirá a Bogotá con el puerto de Buenaventura, y al municipio de ChachagüÃ, en Nariño, también una salida al PacÃfico.
El tercero se llamará Centro-Oriente y le dará salida a Bogotá hasta Venezuela, pasando por Meta, Casanare y Arauca.
El cuarto proyecto es región Norte, y define carreteras en toda la costa atlántica, desde Caucasia (Antioquia) hasta Manaure (La Guajira).
Un quinto proyecto conectarÃa al Centro-Nororiente con tramos entre Bogotá y los Santanderes. La sexta obra se concentrará en el ferrocarril, con 1.000 kilómetros de lÃnea férrea en varios tramos del centro del paÃs, la región atlántica y el PacÃfico (ver mapas).
Para Juan MartÃn Caicedo, presidente de la Cámara Colombiana de la Infraestructura (CCI), estos proyectos inspiran confianza y tranquilidad para el mercado de inversionistas, pues es evidente el esfuerzo por destinarle recursos importantes a la etapa de preinversión. “Se evita lo que ha venido sucediendo, es decir, procesos licitatorios sustentados en niveles precarios de estudios y diseñosâ€, dice.
A mediados de octubre se abrirán los pliegos y antes de finalizar el año se habrán escogido los estructuradores de las carreteras. Para esta etapa inicial el Inco tiene un presupuesto de 100.000 millones de pesos.
La pregunta que ahora muchos se hacen es de dónde saldrán los recursos para las obras. El ministro Cardona afirma que lo ideal es buscar toda esa plata entre los inversionistas privados. Sin embargo, aclara que el gobierno garantiza el repago a través de los peajes que se instalarán después de empezar las obras y con vigencias futuras que se entregarán en la medida en que se vayan ejecutando los proyectos. También con las regalÃas que van a repartirse en todo el paÃs y que el próximo año van a ser por lo menos de 10 billones de pesos. “En alianza con los gobernantes locales, vamos a invertir parte de esos recursos para hacer de este plan una realidadâ€, agrega.
De todas maneras, el gerente del Inco advierte que será necesario conseguir fuentes alternativas de financiación para generar más recursos y que no todo provenga de la empresa privada y la Nación. “Lo ideal serÃa tener desde el inicio la participación de inversionistas financieros, pero como hay alto riesgo, pocos se le miden al comienzo, aunque a medida que avancen las obras será más fácil que se vinculenâ€, dice Andrade.
En esto jugarán un papel importante los fondos de inversión en infraestructura y la banca, aunque es claro que, con el nuevo esquema, el concesionario debe poner el capital para arrancar cada carretera.
De todas maneras, Juan MartÃn Caicedo dice que esa es la ventaja de que se haga una estructuración previa, pues quienes la hacen deberán resolver esos medios de inversión, aunque señala que también serán necesarios los recursos de la enajenación de Ecopetrol que el gobierno prometió, debido a que algunas de las carreteras que se van a concesionar no tienen tráfico o demanda que las hagan tan atractivas, aunque eso no significa que no sean importantes y necesarias.
Con este plan de seis mil kilómetros adicionales concesionados (vÃas y ferrocarril) se completarán unos 10.000 kilómetros. Hay unos puntos en los que se tendrá que arrancar de ceros y otros en los que se encuentre algún camino recorrido.
Por ahora, antes de que la etapa de estructuración empiece a dar los primeros resultados, los esfuerzos del Ministerio de Transporte se enfocarán en concluir los corredores arteriales que conectarán cada uno de los seis grupos de carreteras. También debe terminar el plan 2.500 y hacer algunos mantenimientos viales. Para eso sacará en los próximos dÃas un paquete de 20 licitaciones por unos 5 billones de pesos adicionales a los 40 billones que costará el nuevo megaproyecto de adecuación vial del paÃs, que sà incluye el valor de las Autopistas de la Montaña, que realizará ISA por encargo del anterior gobierno.
Salir del ‘apagón’ en infraestructura será costoso, pero, como dice el ministro Cardona, “lo importante es empezarâ€. Del compromiso y respaldo del gobierno, la participación activa y ética del sector privado, y el involucramiento de grandes inversionistas nacionales y extranjeros dependerá que en diez años el paÃs se desatrase y esta locomotora pueda llegar a la estación deseada.
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