“Vaca loca” y legislación

A pocos días de entrar a regir el Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Colombia y Estados Unidos, apareció en una granja de California un bovino infectado con Encefalopatía Espongiforme Bovina, EEB, comúnmente denominada Enferme­dad de Vaca Loca.

Pese a las declaraciones del jefe veterinario del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, en el sentido de que el bovino padece de una forma atípica de la EEB cuyo origen no puede atribuirse a un alimento infectado, y que no entró a la cadena alimentaria, el anuncio de la aparición de la enfermedad afectó en forma inmediata al precio de los futuros de ganado en pie; e Indonesia, que en 2011 importó 20 mil toneladas de carne de vacuno de Estados Unidos, anunció la interrupción de las importación de este producto de ese país como una medida cautelar.

Si bien desde ese año hasta la fecha han sido diagnosticados cuatro casos en Estados Unidos, la alarma subsiste toda vez que en 2011 se hal­ló 29 casos de EEB en el mundo.


Esta enfermedad ha tenido la mayor repercusión en las crisis sanitarias de origen animal derivadas de la aparición de enfermedades zoonóticas (que afectan la salud del consumidor final), porque produce en el hombre la enfermedad de Creutzfeldt Jacob, causando finalmente la muerte.


El mayor impacto económico lo registró Estados Unidos, cuando la enfermedad apareció por primera vez en ese país en 2003 y produjo una caída de tres mil millones de dólares en las exportaciones de carne del año siguiente.


El control en Colombia
Debido al riesgo de adquirir la enfermedad, la legislación colombiana prohíbe el uso de alimentos y suplementos que contengan harinas de carne, sangre y huesos, despojos de mamíferos como contenido ruminal. También está prohibido suplementar con subproductos de cosecha de flores y plantas ornamentales, por los residuos tóxicos en leche y carne de los plaguicidas utilizados en los mismos.

La EEB está dentro del grupo de enfermedades sujetas a programas de control oficial y de notificación obligatoria a la OIE. Estas enfermedades son: fiebre aftosa, brucelosis, tuberculosis y encefalopatía espongiforme bovina.


En Colombia no se ha registrado algún caso de EEB. Por el contrario, el país se ha visto blindado por la acción de Fedegán como ente ejecutor de la Campaña para erradicar la fiebre aftosa. Con recursos del Fondo Nacional del Ganado, Fedegán ha construido, desde 1994, una infraestructura sanitaria a nivel nacional que hoy representa un activo invaluable de la erradicación de esa enfermedad, y hoy Colombia ostenta la certificación de “País libre de Aftosa con vacunación”, además de los avances en la erradicación de las otras enfermedades.


La Trazabilidad
La presencia de estos eventos en algunos países deterioró seriamente en el pasado la confianza del consumidor y llevó a una disminución de la demanda mundial de carne bovina, reemplazándola por productos sustitutos como cerdo y pollo principalmente. En consecuencia, el sector ganadero y la industria cárnica se vieron obligados a desarrollar herramientas orientadas a recuperar la confianza del consumidor y, de esta manera, retornar a los volúmenes de mercado que permitieran el crecimiento de la industria.

Para generar al consumidor la confianza suficiente para motivarlo a orientar nuevamente su decisión de compra hacia la carne de bovino, fue necesario garantizar el origen del producto, de manera que se tuviera la certeza de las condiciones sanitarias de la planta sacrificio, de la producción y, más aún, de las fincas donde había sido criado y cebado cada animal.


El anterior proceso de garantía es la denominada “Trazabilidad”, entendida como la capacidad de mantener identificados los animales y sus productos (para el consumidor), a lo largo de las cadenas de comercialización, transformación y producción hasta su origen, con el fin de rhacer investigaciones epidemiológicas o establecer acciones correctivas en beneficio de la comunidad de consumidores.


Más allá de su justificación originaria, relacionada con la sanidad animal, la identificación animal reporta ventajas y utilidades que dieron lugar a otra serie de objetivos para su implementación en Colombia, entre otros:


• Responder a las nuevas exigencias de mercados, cumpliendo con sus regulaciones.
• Controlar el ingreso de enfermedades y mejorar el control y erradicación de enfermedades endémicas. El Sistema facilita la determinación del origen de las infecciones y enfermedades animales.
• Garantizar la seguridad alimentaria, pudiendo, de esta manera, afrontar accidentes de hallazgos de residuos químicos y biológicos en productos pecuarios.
• Garantizar la certificación oficial de exportaciones, tanto en el ámbito de salud animal como de inocuidad.
• Formar base de datos.
• Controlar el abigeato.
• Lograr mejoramiento genético.

El retroceso legislativo
Colombia inició un juicioso proceso de trazabilidad con base en la Ley 914 del 21 de octubre de 2004, que creó el Sistema Nacional de Identificación e Información de Ganado Bovino -Sinigán-. Su artículo cuarto definió nueve objetivos para el sistema colombiano.

La Ley fue posteriormente reglamentada por el Decreto 3275 de 2005 y por la Resolución 46025 de 2005, emitida por el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, delegando en Fedegán la administración del sistema.


En 2010 fue expedida la Ley 1375, que estableció las tasas por la prestación de servicios a través del Sistema Nacional de Identificación y de Información del Ganado Bovino, Sinigán.


En 2011 (septiembre 27) la Corte Constitucional declaró inexequible esta última Ley, en virtud de lo previsto en el artículo 149 de la Constitución Política sobre la carencia de validez de los actos aprobados en sesiones efectuadas sin el lleno de los requisitos constitucionales, y de manera concreta por la ausencia de publicidad en la convocatoria a sesiones extraordinarias, lo cual configuró un vicio de inconstitucionalidad insubsanable.


De esta manera se creó un vacío cuyas consecuencias muy posiblemente surjan en los próximos años, con un alto costo, en la medida en que se frenan los procesos de modernización de la ganadería colombiana y, con él, las garantías que podría ofrecerle a los mercados internacionales con un producto trazado y, por ende, para el desempeño y la competitividad sectorial en el mundo.

Credito
EL NUEVO DÍA

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