¿Quién mató a Sarita?

ARCHIVO - EL NUEVO DÍA
El horrendo caso de tortura, violación y asesinato de una menor de tres años de edad vuelve a estremecer al país y deja en evidencia el dramático panorama de violencia contra los niños.

Los colombianos aún recuerdan con horror el escabroso secuestro, tortura, violación y asesinato en diciembre pasado de Yuliana Samboní, de siete años de edad. Ni la condena, a más de 50 años de cárcel, de su victimario Rafael Uribe Noguera podrá borrar de la memoria colectiva ese atroz crimen.

Después de ese hecho, pocos esperaban que algo similar volviera tan pronto a sacudir los cimientos de la sociedad y a generar una indignación nacional. Esto, a pesar de la dramática estadística de Medicina Legal que registró más de 16 mil denuncias por abusos sexuales en contra de menores de edad en todo el país en 2016, cifra que ya supera los cuatro mil casos en los cuatro primeros meses de este año. No obstante, la semana pasada Colombia se escandalizó de nuevo, por cuenta de un asesinato en el Tolima de una niña de tan solo tres años de edad, un crimen con características que superan cualquier calificativo.

La pequeña Sara Ayolina Salazar, la víctima, tuvo una vida corta y muy dura. Debido al abandono y desnutrición en que la tenía su madre, una comisaria de familia la entregó a su madrina para que la cuidara. Su nueva familia la llevó a vivir a una finca en una vereda cercana a Armero - Guayabal, pero allí su destino empeoró, hasta convertirse en un infierno.

Eso quedó en evidencia el 21 de abril. Ese día la persona que supuestamente la cuidaba la llevó hasta el hospital del pueblo. Estaba prácticamente moribunda y los médicos del lugar no salían de su asombro. La pequeña tenía fracturas en el cráneo, un brazo roto y le habían mutilado la falange de uno de los dedos de la mano. También tenía evidentes signos de haber sufrido abuso sexual. Por su gravedad la trasladaron a Ibagué, y allí murió al día siguiente. La necropsia dejó ver que la menor también tenía lesiones antiguas en casi todo su cuerpo. Acompañada de todo el pueblo, pero sin algún familiar, cuatro mujeres policías cargaron el pequeño ataúd hasta una bóveda en el cementerio de la población. Cuando la gente se enteró, una ola de indignación atravesó al pueblo y luego, al país.

Más de 15 investigadores de la Policía y miembros de la Fiscalía conformaron un grupo para dar con los responsables. Al cierre de esta edición se alistaban algunas órdenes de captura no solo contra quien la torturó, abusó de ella y la asesinó, sino también contra aquellos que siendo conscientes del suplicio de la pequeña no hicieron algo. Lo más escandaloso del caso es que si bien Sarita es la más reciente víctima, y terminó con un desenlace fatal, no es la única que ha padecido la violencia sexual en esa región.

Tan solo en lo que va de este año la Policía del Tolima ha capturado a 40 abusadores de menores en ese departamento, cifra sin duda alarmante. Uno de esos casos es el del llamado Monstruo de Rovira. Un hombre de 50 años que abusó sexualmente de sus cinco hijos, tres de ellas niñas, una de las cuales quedó embarazada a los 13 años y tras dar a luz continuó siendo víctima de los abusos de su padre. También el de un profesor de un colegio en Ataco, preso por abusar de tres de sus alumnas de seis años a quienes amenazaba si no accedían a sus aberraciones.

“Siguiendo las instrucciones del señor Director General de la Policía, y con el apoyo de la Dijín y la Fiscalía no se ha ahorrado esfuerzo en contrarrestar el abuso contra menores de edad y llevar ante la justicia a los victimarios. Ha sido una prioridad institucional en la que no hemos escatimado esfuerzos investigativos y por eso este año hemos logrado aumentar en 67 por ciento los casos de abusadores de menores detenidos. Casos como el de Sarita son inadmisibles y daremos con todos los responsables”, dijo a Semana el coronel Jorge Esguerra, comandante de la Policía del Tolima.

Lo cierto del caso es que de nuevo Colombia llora a sus niños. Lo lamentable es que, como lo afirmó la directora del Icbf, Cristina Plazas, el país debería estar de luto todos los días, pues no pasan 24 horas sin que al menos 10 menores sean víctimas de alguna clase de abuso. Castigar a los responsables del macabro crimen de Sarita es, sin duda, una prioridad, como también lo es el hecho de evitar que crímenes como este se repitan.

Credito
EL NUEVO DÍA

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