¡No hay problema!

Hay muchas formas de resolver un ‘problema’; no obstante, la determinación del mejor enfoque dependerá de su situación y de su actitud.

En un pueblo de Estados Unidos, hace muchos años, desterraron del léxico la palabra ‘problema’. Allí no se pretendió ‘tapar el sol con las manos’, solo se quiso remplazar ese término en el diccionario por uno menos traumático.

Así las cosas, en lugar de hablar de ‘problema’, ellos se referían a una ‘situación’.

¿Por qué ese juego de palabras?

Porque aunque un ‘problema’ es una cuestión que hay que resolver como sea, casi siempre nos genera angustia. En cambio una ‘situación’ es una circunstancia, muchas veces ajena a nosotros.

El término ‘problema’ es recibido por nuestro cerebro de una forma devastadora y nos genera pánico. Y esa primera idea de terror se queda en nuestra mente como un dolor de cabeza, muy difícil de sanar.

En cambio, la palabra ‘situación’ nos permite tomar unos momentos para diferenciar y categorizar lo que está pasando. Total: Vemos las cosas más fáciles, gracias a nuestras conexiones cerebrales.

Vivir una ‘situación’, antes que un ‘problema’, evoca un tipo de pensamiento que crea y considera distintas opciones para salir del atolladero.

Cuentan que la diferencia entre ‘problema’ y ‘situación’ fue la que inspiró una de las frases más célebres del personaje principal, en una de las series de la televisión estadounidense más populares de mediados de los años 80.

Hablamos de ‘Alf’, el extraterrestre que llegó a vivir a la casa de una familia tradicional que lo acoge y que aprendió a vivir con un ser de otro planeta, sin ningún ‘problema’, pero sí con muchas ‘situaciones’.

Es claro que este manejo de conceptos solo le apuesta a examinar los ‘problemas’ como oportunidades para aprender y crecer.

Sea como sea, todos afrontamos ‘situaciones’ difíciles y debemos entender que, por más duras que sean, ellas siempre serán luces en el camino.

¿Suena fácil leerlo, pero es difícil aplicarlo?

Haga este ejercicio: Cierre los ojos durante un minuto y piense en una ‘situación’ que esté afrontado hoy día. Antes que nada deje ‘enfriar’ el tema; es decir, regálese 300 segundos para imaginarse que nada ha ocurrido.

Ojo, no se trata de esquivar la situación, sino de dejar que la angustia no aflore de repente. Cuando el minutero haya dado cinco vueltas, empezará a ver las cosas menos complicadas.

Ahora bien, no se ocupe antes de tiempo: ¿Usted ya sabe cuál es la situación que afronta?

¡Entonces no viva preocupado a toda hora! Hay personas que no comen ni duermen pensando en el ‘problema’, cuando muchas veces la solución está a la vuelta de la esquina.

Tampoco se atormente con sentimientos de culpabilidad. Cuestionarse por cosas como ‘¿Por qué fui tan tonto en fallar?’ no le resuelven nada y lo único que le dejan es un profundo grado de depresión.

También hay que tener valor para afrontar las cosas. Nadie dice que asumir una dura ‘situación’ sea fácil, pero tampoco es imposible.

Siempre puede recomenzar y desenvolverse constructivamente en su ajetreada vida, porque tiene en su mente la posibilidad de remplazar el caos por la calma.

Siempre hay una luz en el camino y compartir su ‘problema’ con alguien de confianza es un aliciente, no para descargarse en él sino para estar sereno.

Una sugerencia más: Siempre sueñe que el problema se le solucionó, pues ello equivaldrá a pensar de una manera positiva.

Muchas veces, cuando usted sueña le pone fin al pesar de su corazón y a los enormes conflictos que le genera una ‘situación’.

Recuerde que será clave el no quedarse esperando que la respuesta le caiga del cielo.

Conjugar el verbo actuar en primera persona, lo llevará al camino. Nadie dice que no se puede equivocar, pero si no decide hacer algo, nunca saldrá del embrollo.

¡Dios lo bendiga!

Credito
EL NUEVO DÍA

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