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Moteros de Ibagué descubrieron la grave situación por la que atraviesa el señor Abel Acosta, de 85 años, residente en la vereda San Juan de la China; Julián Villada, miembro de este gremio, habló para El Nuevo Día y contó la situación que atraviesa este abuelito, abandonado en la zona rural.
Con angustia, el ciudadano denunció las circunstancias de “pobreza extrema” en las que vive el adulto mayor, que reside en un pequeño rancho con dos perritos, sin ninguna condición de aseo, sin comida ni artículos básicos para sobrevivir.
“Es muy preocupante. Los compañeros moteros subieron hasta allá, ellos son enfermeros, subieron a hacerle curación, pero la idea es bajarlo hasta acá a un hospital, que le curen las heridas y si es necesario, dejarlo hospitalizado”, esto, debido a que don Abel sufre de graves heridas en ambas piernas, que le causan dolor y le imposibilitan caminar normalmente.
Como se observó en videos compartidos por los moteros, las piernas del abuelo están llenas de llagas en carne viva, y según Julián, “prácticamente se le están pudriendo las piernas, se está pudriendo en vida”; una condición de salud que no saben cómo adquirió ni a qué se debe, por eso, la ayuda médica que se necesita es de extrema urgencia.
Necesita ayuda
Julián Villada contó que por ahora, están mirando la posibilidad de traerlo a un hospital de la ciudad, pero para ello necesitan un vehículo.
“Estamos mirando como trasladarlo en un carro, a ver cuánto nos cobra”, narró.
Del mismo modo, piden la colaboración de las personas que puedan donar artículos para don Abel. “El abuelo necesita alimentos no perecederos, ropa, zapatos, utensilios para comer como platos, porque tiene muchas cosas allá que ya no sirven. El vive como en pobreza extrema y en medio del mugrero, eso es un mugrero terrible porque vive es con esos perritos”, aseguró.
Quienes deseen colaborar, pueden visitar la vivienda del abuelo en la vereda La Isabela, 40 minutos después de San Juan de la China.
O comunicarse los números 350 706 9671 o 310 207 2044.
Conozca en videos, el caso de don Abel Acosta:
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