Esta es la historia de una guerrilla que acabará después de 52 años

COLPRENSA - EL NUEVO DÍA
Cuando Pedro Antonio Marín tomó el nombre del sindicalista 'Manuel Marulanda Vélez', para emprender el camino de las armas, inició también el camino de violencia e ilegalidad que las FARC han transitado durante más de cinco décadas.

Una década antes, en 1953, el presidente dictador, general Gustavo Rojas Pinilla, había decretado una amnistía para que se acogieran los guerrilleros liberales y las autodefensas campesinas. Entonces se pensó que el país quedaba en paz, pero faltarían 63 años para volver a sentir tan cerca una esperanza de terminar el conflicto armado. En esta ocasión la que está a punto de dejar las armas es la guerrilla de las FARC, aunque queda sin resolver la situación del ELN, que no inicia su proceso hacia la dejación de armas.

La historia del grupo subversivo no empezó con la orientación marxista-leninista que lo distinguiría como principal actor del conflicto armado que ha dejado más de siete millones de víctimas en Colombia. Empezó cuando José María Oviedo, alias ‘Mariachi’, de quien se dice fue paramilitar armado por el Ejército, asesinó a Jacobo Prías Alape, en enero de 1960, el mejor amigo de 'Marulanda'.

Ese asesinato acabó con el pacto de beneficios generado por el acuerdo con las guerrillas liberales del presidente Alberto Lleras en 1959, que incluyó una amnistía con la que dejaron la rebeldía, más no las armas y con la que decidieron crear las autodefensas campesinas.

La sensación de un nuevo comienzo se perdió, porque Pedro Antonio Marín retomó su alias de 'Manuel Marulanda Vélez', dejó el cargo de inspector de carreteras que había ejercido desde el acuerdo y volvió a combatir a quienes eran conocidos como los ‘liberales limpios’, porque ayudaron a que se produjera la muerte de Prías Alape. Los ‘limpios’ estaban en contra de 'Marulanda' y de quienes lo seguían, por haber optado un enfoque comunista.

Quien llegaría a ser el guerrillero más famoso del mundo, decidió quedarse en Marquetalia, un corregimiento del municipio de Planadas (Tolima) para coordinar dos grupos armados que se apoyaban entre sí: ‘La Móvil’ y las autodefensas.

El Gobierno inició su ofensiva militar contra la zona sin mayores resultados. Para 1963 ya estaba presente Luis Alberto Morantes, con el alias de ‘Jacobo Arenas’, principal promotor de la ideología comunista.

En mayo de 1964 el conflicto se agravó con el gobierno de Guillermo León Valencia, quien emprendió la Operación Marquetalia, con 16 mil soldados y asesoría de militares estadounidenses del Plan Laso.

Operación que para muchos fue un error; pues se cree que el grupo de 'Marulanda' mostró el ataque como un atentado contra los campesinos que allí residían y se basó en eso para justificar su llamada revolución. Otras visiones también hablan de un error, pero no político, sino militar.

“El problema radicó en que el Ejército se quedó solo, sin el apoyo prometido para la recuperación integral de la zona; la principal consecuencia de la Operación Marquetalia fue haber convertido –afirma el general (r) Manuel José Bonnet— un movimiento sin peso político, muy localizado, en un fenómeno con peso nacional e incluso internacional”, según dice para el informe ‘Basta Ya’, hecho por el Centro de Memoria Histórica.

Error o no el 20 de julio de 1964 se considera como el nacimiento de las FARC-EP.

De una guerrilla marginal, a una militar

“En los primeros años de esa organización armada se operó la fuerte subordinación al Partido Comunista (...) Hablamos, entonces, de una guerrilla marginal, silenciosa, poco combativa, que mezcla sus antiguos procedimientos con nuevas formas de atracción (...) y que socialmente es percibida como una guerrilla hija de la violencia bipartidista y de un conflicto social no resuelto por el Estado”.

Así narra la primera fase del grupo guerrillero el texto, ‘Guerrilla y Población Civil. Trayectoria de las FARC’, también elaborado por el Centro de Memoria Histórica. Pero evidentemente hubo un momento de cambio determinante para que muchos gobiernos intentaran firmar el fin del conflicto con ellos. Ese cambio parece haberse dado en la Séptima Conferencia de las FARC.

“Las conferencias son espacios político-estratégicos dentro del Secretariado de las FARC que tienen como propósito organizar las finanzas, ver cuáles son las fortalezas o las debilidad de los frentes que componen cada bloque, entre otras cosas”, explica la profesora e investigadora de la Universidad Externado de Colombia, Irene Cabrera.

En esa Séptima conferencia, que se dio en 1982, se establecieron tres propósitos centrales como objetivos estratégicos: El primero fue doblar el número de frentes a nivel territorial en el país, “es decir reclutar más hombres para llevar frentes a diferentes departamentos, más allá de las zonas de concentración histórica”. El segundo fue buscar una diversificación de las fuentes de financiación de su organización, que hasta ese momento consistían solo en sus ‘impuestos revolucionarios’.

“Entonces justamente en los 80 entran a ser parte de las cuentas del sostenimiento de las FARC las dinámicas del narcotráfico”, afirma Cabrera. Un hecho transcendental que permitió más recursos para las FARC y de paso ayudó a la proliferación de los cultivos ilícitos.

Y el tercer objetivo que se planteó la guerrilla, por el que no volvería a ser la misma, fue llegar a Bogotá a tomarse el poder central y, en el camino, tomarse el poder de las demás autoridades civiles.

“Con esos tres propósitos las FARC empiezan a detectar cuáles son las zonas estratégicas en las que deben estar operando, para llegar a las ciudades principales del país. Es un punto muy importante, porque pasa de ser una guerrilla marginal a una guerrilla que tiene una pretensión política y militar más clara”, afirma Cabrera.

Con planes estratégicos claros, un motor económico como el del narcotráfico –del cual, dice la guerrilla, participaba solo en la seguridad de los cultivos— y con ubicaciones estratégicas, las FARC lograron presionar, desencadenando combates, atentados y constantes enfrentamientos con la Fuerza Pública.

Y ahora, después de 52 años de empezar la lucha armada por el poder con el mando de 'Marulanda' o alias 'Tirofijo' y la continuación bajo el mando de Guillermo León Sáenz, alias 'Alfonso Cano', las FARC se han comprometido a entregar las armas y se espera que se reintegren a la vida civil con la firma del acuerdo final, bajo el comando de Rodrigo Londoño Echeverri, alias 'Timochenko'.

Ya se sabe que se hará una nueva Conferencia, para determinar en definitiva que dejarán su lucha armada. Irene Cabrera prefiere pensar que no será una “Conferencia”, porque no será para planear una estrategia militar. Lo importante, finalmente, es que ese último encuentro que se dé entre los miembros de esta guerrilla, ponga fin al duro y doloroso capítulo que se empezó a escribir con la determinación que tomó Pedro Antonio Marín en 1964 en Marquetalia.

Credito
COLPRENSA BOGOTÁ - EL NUEVO DÍA IBAGUÉ

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