Derrumbe de estatuas: ¿Protestas contra la historia?

Crédito: Tomada de Twitter / VANGUARDIA - EL NUEVO DÍATras unas protestas, comunidades indígenas derribaron la estatua de Belalcázar.
Expertos dicen que con tumbar las estatuas no se va a cambiar la historia porque hay que aprenderla para no repetirla. Según ellos, no se puede ir arrasando con todo lo que huela a historia y sea contradictorio.
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El derribamiento de la estatua de Sebastián de Belalcázar y la del Soldado son hechos que han enmarcado las protestas de las últimas semanas en Colombia.

Y aunque en el país no se tiene registros de este tipo de acontecimientos, en el mundo se han venido presentando estas manifestaciones, como el derribamiento de la estatua del esclavista Edward Colston en medio de las protestas contra el racismo tras el asesinato de George Floyd en Estados Unidos.

En el país el episodio de los ataques contra la estatua de Sebastián de Belalcázar, fundador de varias ciudades, se dio en medio de una protesta de los indígenas de las comunidades Misak, Pijao y Nasa del Cauca, por la falta de garantías del Estado por los asesinatos de sus líderes.

 

“Acción política”

En su momento, la presidenta del Mais, Martha Peralta, en Twitter, escribió “la caída de la estatua en Popayán fue una acción política, porque quienes la derribaron no se sentían representados. De Belalcázar, fue un genocida que masacró a los pueblos que conquistó”.

Y una semana después de que las comunidades indígenas derribaran la estatua de Belalcázar, en Palmira, se presentó un hecho similar, pues apareció desplomado el monumento al Soldado, al parecer en rechazo por el asesinato de Juliana Giraldo Díaz, la mujer que murió a manos de un soldado en zona rural del Cauca.

 

Replanteamiento o repudio de la historia

Según los expertos, el derribamiento de esculturas tanto en el mundo como ahora en Colombia se da en parte porque es un movimiento que viene de otros países y también porque estamos en una época de replanteamientos.

De acuerdo con el historiador Emilio Arenas, la historia oficial ya se mira desde otra óptica y da la casualidad que a veces las estatuas representan o son la apología de un poder que en determinado momento dominaron y que en  la actualidad está en crisis.

Respecto a lo que ocurrió en Popayán,  dice que Belalcázar es el fundador de varias ciudades, pero para la memoria de los indígenas, él fue un invasor que los despojó de sus tierras y acabó con su cultura.

Esto deja al descubierto una discusión y el contenido político que haya es el que va a aflorar la nueva verdad. Entonces, ¿cuál es el violento, el que tumba la estatua que representa un origen que los reprimió, el origen histórico de su problema o el Estado que no ha brindado las garantías?

En esta misma línea, Camilo Villamizar Hernández, politólogo de la Universidad Nacional de Colombia, máster en Cultura de Paz y conflictos y candidato a doctor en Ciencias Sociales de la Universidad de Granada, considera que los lugares de memoria comprenden museos, archivos, monumentos, parques y espacios donde se cometieron estos crímenes, entre muchos otros.

No obstante, dado que la memoria histórica es un escenario de “disputas, conflictos y lucha”, en los últimos años las acciones de memoria respecto a estos espacios han sido diversas: la destrucción de monumentos concebidos como apología a la violencia o a los victimarios; contra memoriales erigidos para dar otra versión de la historia; y contra monumentos que pretenden ser expresiones alternativas y resultados de construcciones y apropiaciones sociales.

 

Dos caras

Con tumbar las estatuas no vamos a cambiar la historia porque resulta que la historia no hay que cambiarla, sino que hay que aprenderla para no repetirla.

Con esta reflexión, Gerardo Martínez, analista político, asegura que “las estatuas lo que permiten es una forma de poder contar la historia”.

Entonces, sostiene que si existen textos que cuentan la historia desde el punto de vista del vencedor, lo que se puede es contarla desde el vencido, es decir, desde la óptica del indigenista, de los negros esclavizados y los criollos que se revelaron.

De esta forma, así vemos que no todo es malo, porque muchas cosas como el idioma y una serie de actividades que hoy llamamos cultura se verían como un avance.

Credito
NELLY VECINO PICO

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