Venezuela: país en llamas

VANGUARDIA LIBERAL - el nuevo día
DIANA LOZANO PERAFÁN

“¿Por qué hay fuego mamá?”. Quedo helada. Dos años y ocho meses. Va en la silla de bebé puesta detrás del asiento del copiloto. Aunque no habíamos llegado ni cerca alcanzó a ver la barricada: un cordón de llamas de al menos un metro de altura va de lado a lado por una avenida de cuatro canales, en una urbanización de clase media. Vecinos más enardecidos que el propio fuego ‘cacerolean’ por todas partes. Aunque estábamos a una cuadra, recorrimos muchas calles y sorteamos al menos otras tres barricadas antes de acceder por la parte de atrás al edificio en el que vivimos. ¡Gracias a Dios ya estamos en casa!

Lo que aparecía en la prensa como la realidad que estaban viviendo los habitantes de San Cristóbal, capital del estado Táchira, fronterizo con Colombia, se había trasladado en una semana a la esquina de mi casa y a casi toda Caracas.

Tres semanas después las protestas siguen mañana y noche. “¿Dónde tienes a la niña? ¿Están en la casa? ¡No vayan, no vayan!”. Mi celular no para de sonar. Familiares y vecinos llaman desesperados. Grupos armados en motos –que no son policías ni militares- están disparando por la avenida en la que vivo. Veo en las redes sociales que se metieron en el edificio contiguo. Quedaron varios carros destruidos y en una zona residencial cercana quedó una persona muerta. ¡Gracias a Dios no estamos en casa!

Aunque el presidente venezolano Nicolás Maduro asegura que “92 por ciento del territorio todos los días ha estado en paz” y que ha habido 90 por ciento de asistencia escolar, lo que uno vive es que van a trabajar quienes logran llegar a sus puestos y si llegan, se van más temprano por temor a no poder regresar. Muchos comercios no abren y si lo hacen cierran más temprano. Las clases no están oficialmente suspendidas, pero la mayoría no manda a sus hijos. “El parquecito del edificio ahora vive lleno”, dice una amiga. “Yo mando al mío, porque estudia al lado de la casa pero no avanzan en nada, porque el salón está casi vacío”, dice otra. “A mi hija no la hemos llevado al preescolar”, así es la vida en Venezuela por estos días.

Credito
EL NUEVO DÍA

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