Miles de turistas abandonan Túnez

AFP - EL NUEVO DÍA
Sentados en una de las terrazas casi vacías del puerto turístico de Kantaui, en Susa, Jan y Annie, una pareja de holandeses explica por qué ha decidido quedarse y no abandonar Túnez, como los cerca de dos mil 500 visitantes que han salido en las últimas horas a causa del brutal atentado del viernes.

“Eso significaría que los terroristas han ganado. Que han logrado lo que buscaban, hacernos vivir bajo el miedo. Teníamos planeado venir a este puerto y es lo que hemos hecho”, explica Annie, quien, tal como su marido, prefiere no revelar su apellido.

Ambos fueron testigos directos de la masacre, que Jan conserva en su teléfono. Estaban en la playa aledaña al hotel “Marhaba Imperial”, de la cadena española RIU, cuando los dos yihadistas sacaron sus armas y abrieron fuego a discreción contra los turistas que disfrutaban del sol en la arena.

“Sí, claro que hemos tenido miedo. Muchos se han quedado en las habitaciones y las compañías nos han ofrecido marchar, pero nuestras vacaciones aun no terminaban y queremos agotarlas”, insiste.

Pero esa era también la intención de Margaret, una londinense que ayer arrastraba una maleta en uno de los hoteles vecinos a la playa de la matanza.

“Mi hija me ha insistido. Está muy asustada. Me apena marcharme porque así los terroristas ganan”, considera.

El Reino Unido es uno de los países más afectados por una masacre que ha conmocionado a Túnez y sacudido, de nuevo, su exitosa transición política y su endeble y vulnerable economía.

Se sabe que una decena de los cerca de 15 cadáveres ya plenamente identificados pertenecen a ciudadanos británicos.

Entre los 39 muertos del atentado también hay belgas, checos, polacos, alemanes y franceses.

El ataque, el segundo desde que el pasado 18 de marzo otros dos yihadistas mataran a 24 personas -22 de ellas turistas extranjeros- en el museo de El Bardo de la capital, supone un golpe de gracia para la industria del turismo en Túnez, país que recibe unos seis millones de visitantes anuales.

Y que desde 2014 parecía que comenzaba a resucitar tras cuatro años sepultada por los efectos de la revolución popular que en 2011 derrocó el régimen dictatorial de Zinedin el Abedin Ben Ali.

“Es un problema global, que ocurre en todos los lugares. Son un grupo de locos que tienen un problema en la cabeza”, afirma Hasan, un barquero que ayer no había subido ni un solo turista a su embarcación de recreo.

Credito
EL NUEVO DÍA

Comentarios