Reality Show

VANGUARDIA - EL NUEVO DÍA
Luces, cámara, ¡diplomacia! Donald Trump ha hecho de la política un espectáculo. El mundo no termina de sobreponerse al fenómeno mediático Trump.

Donald Trump ha creado una ‘política del espectáculo’ en torno a su figura, imagen y gobierno.

A grandes rasgos, el presidente estadounidense se ha convertido en un maestro del ‘reality show’. Es decir, prima el espectáculo sobre la sustancia. Algo que le ha funcionado en política interna, tras conseguir lo que parecía imposible para un político ‘antiestabliment’, llegar a la Casa Blanca, y ahora, que se encamina a la reelección en 2020.

También en política internacional ha demostrado que impone su propia agenda, impredecible, desconcertante e inquietante, con un marcado acento aislacionista que socava la fiabilidad y la credibilidad del Gobierno de su país, según analistas y observadores.

Otro factor llamativo es su obsesión por los medios y las audiencias de los actuales tiempos. Y bien lo sabe y explota a su favor, pues se ha referido a que “las redes sociales son como tener un periódico, pero sin pérdidas”.

Su acceso y su afición a Internet y redes sociales, le ha permitido, además, comunicar sus mensajes directamente a millones de personas en el mundo. Hace diplomacia vía Twitter, lo cual resulta ser lo menos convencional y sin filtro alguno. Y sus incendiarios tuits han sido una manera de redirigir la atención de la opinión pública.

El manejo de la diplomacia en 140 caracteres le ha dado resultado. A esa conclusión llega Suelen Castiblanco, investigadora y docente de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad de La Salle, quien considera que Trump es muy hábil en tomar las noticias sobre él y resaltar o incluso transformar la información para su conveniencia.

“Conoce muy bien qué noticias generan impacto y cómo comunicarlas para que el mensaje que permanezca en el lector o escucha sea exactamente el que él quiere”, describe.

Según ella, también el mandatario republicano “tiene claro que la mejor defensa es el ataque y hay un par de ideas que siempre utiliza en medios para contrarrestar cualquier crítica y que funcionan muy bien con el elector promedio”.

En ese sentido, añade que ha logrado, “posicionar entre una parte del electorado la idea de que medios como la cadena CNN están cooptados y buscan minar su proyecto político. O ha logrado que noticias que debían ser de amplia trascendencia sean ridiculizadas y finalmente pasen a un segundo plano”.

Ejemplos de ello, menciona las acusaciones de violación en su contra o los escándalos de intervención extranjera (rusa) en las pasadas elecciones.

Igualmente, Castiblanco cuestiona los pocos avances reales en materia de política exterior de su Administración: “creo que el alcance es limitado, logra distraer al público general, que es en últimas quien lo elige. Pero, en términos reales, no logra ningún resultado tangible”.

Lo atribuye a que Trump es comunicador y sabe que lo que importa es el mensaje.

“En el día a día las personas no pueden seguir todos los resultados de sus políticas en el terreno, por lo que se quedan con sus discursos y apariciones en público, eso es algo que él explota muy bien”, señala.

 

Alcance de las redes

En esa misma línea, Aaron Taus, profesor del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional, en Medellín, explica que para descifrar la política del espectáculo que caracteriza al presidente Trump, hay que entender que es una consecuencia de los cambios tecnológicos, con el advenimiento de las redes sociales, las cuales juegan un papel importante en la comunicación.

Resalta que en el caso de un político con las características de Trump, esto no hubiese sido posible hace unos 20 años, argumentando que él ha utilizado la tecnología de la información como un “arma”.

Incluso, Taus remarca que la lucha por las ideas y el liderazgo intelectual y político está dándose a nivel de las redes sociales.

Es más, recuerda que un pilar de campaña de Trump fue criticar a los medios de comunicación de su país, como CNN o el Washington Post, que ahora se ubican en su primera línea de ataque.

En su criterio, Trump ha hecho del espectáculo su manera de hacer política: “no importa la forma de hacer política, ni el contenido, sino el carisma, la imagen, la foto”.

Para él, es un medio para llenar esa necesidad del espectáculo que se refleja en la misma política exterior y no solo en el ámbito doméstico.

Se refiere con ello a los conflictos que actualmente EE.UU. tiene con China, México, Corea del Norte e Irán.

Y ahora, va a presionar más esa postura con el fin de capitalizarla como candidato republicano de cara a las elecciones del año entrante cuando aspira a repetir cuatro años más.

En últimas, quiere demostrar y presentarse no solo como un líder capaz y fuerte, sino también como un político hábil para resolver conflictos internacionales, concluye el docente universitario.

 

“Fanfarronea, insulta, amenaza”

Eduardo Vior, analista internacional argentino, define la política exterior de Donald Trump como realista y conservadora, y para ello usa especialmente Twitter y algunos pocos medios.

En ese orden de ideas, subraya que suele ser efectista para amedrentar, llamar la atención y después negociar.

“Lo primero que hay que tener en cuenta es que es un hombre que no puede seguir expandiéndose por todos lados, que han surgido competidores, él quiere negociar posiciones tanto con las grandes corporaciones como con las grandes potencias, en un estilo empresarial, fanfarronea, insulta y amenaza para después llegar a un punto de sentarse con una sonrisa y negociar”, asegura Vior.

Con esto se refiere a lo que ocurrió, el pasado fin de semana con el líder Kim Jong-un, tras una histórica visita del presidente estadounidense a suelo norcoreano, lo que fue visto por muchos como diplomacia para la televisión.

 

Dato

Donald Trump es el líder mundial con el mayor número de seguidores en Twitter, con 61,7 millones de personas.

 

Dato

Desde que Donald Trump llegó al poder, el mundo ha sido testigo de una política exterior estadounidense marcada por el nacionalismo.

Credito
ÁNGELA CASTRO ARIZA

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