Latinoamérica protesta

FOTOMONTAJE VANGUARDIA - EL NUEVO DÍA
La deuda social por parte de los gobiernos en América Latina se está haciendo sentir en las calles con toda su furia.

América Latina atraviesa tiempos de gran turbulencia social.

En Perú, el gobierno disolvió el Congreso, mientras se mantiene un ambiente político caldeado. En Ecuador, las masivas movilizaciones de 12 días casi derriban a su presidente. En Chile, las protestas fuera de control han derivado en un estado de emergencia que ya se salda con 15 muertos y vandalismo en las calles. Por no hablar de las crisis prolongadas en Venezuela y Nicaragua.

La región, que lucha por contrarrestar la desigualdad, la corrupción y los problemas económicos, experimenta un estallido social sin precedentes, con un denominador común: el descontento social.

Si bien cada país tiene sus particularidades, hay ciertos elementos comunes, que se traducen en una sociedad muy desigual que demanda mejores condiciones de vida, el fracaso de un modelo económico estructural sumado a instituciones democráticas débiles.

En este complejo escenario, los ciudadanos de América Latina, además, se sienten cada vez más frustrados por la corrupción, mientras su clase media emergente quiere ser también parte de la toma de decisiones y de los beneficios del desarrollo de sus respectivos países.

Aaron Taus, profesor del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de Colombia, aborda el tema señalando el resurgimiento y el giro hacia la derecha en países como Ecuador y Chile, cuyos gobiernos están atrapados entre la necesidad de ajustes y su incapacidad para ponerlos en práctica.

La respuesta a esta situación, según él, son las movilizaciones sociales en rechazo a una derecha con una agenda a favor de organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, pero que va en contra de las mayorías.

“La región en términos económicos, políticos y sociales, está en crisis permanente”, dice Taus. De hecho, remarca que la crisis se ha vuelto una “normalidad”.

A su juicio, la reacción de violencia se entiende porque hay una necesidad de protestar y visibilizar de algún modo las condiciones materiales en las que la gente vive, o más bien sobrevive.

Una opinión similar tiene Germán Cortés, investigador de la Universidad Piloto de Colombia, quien considera que más allá que la violencia o la beligerancia que enmarcan estas protestas sociales, se trata de un “ejercicio de resistencia, que tiene una connotación más propositiva, más crítica”.

 

Fracaso del modelo

Para Taus no hay que perder de vista un problema de fondo, el modelo económico que ha generado una sociedad inestable, “donde hay una presión diaria para conseguir el dinero para sobrevivir”.

Por ello, el docente de la Universidad Nacional sostiene que cualquier cambio que afecte directamente el bolsillo de la población, como por ejemplo el aumento del valor del transporte público en Chile, o la eliminación del subsidio a los combustibles en Ecuador, se convierte en un rechazo contra la misma sociedad y la institucionalidad.

Igualmente, distingue que Chile ha mostrado una apariencia de desarrollo y de estabilidad que es falsa, donde no se muestran las condiciones reales de vida de su población, pues dice que hay una minoría que concentra la riqueza.

Se estima que el 1% de la población acumula el 25% de la riqueza generada en el considerado país más rico de Suramérica.

Frente a esto, Taus insiste en que es un país donde sigue existiendo las contradicciones y asimetrías sociales. Es decir, pese a ser el país con el ingreso per cápita más alto de América Latina (superior a 20.000 dólares), es también uno con la mayor desigualdad social de la región.

A la par con esta situación, Cortés apunta que se evidencian unos factores comunes en la región que tienen que ver con el modelo neoliberal estructural.

“Hay un modelo que finalmente no está resolviendo de manera directa y frontal las necesidades sentidas de la población”, explica.

Estima, además, un alto impacto en términos de lo que la gente realmente está necesitando en América Latina, en un contexto de pobreza, deuda externa y niveles de exclusión social muy altos.

“Todo esto está conjugando ese discurso para que las manifestaciones se produzcan”, destaca el investigador de la Universidad Piloto de Colombia.

“Hay muchas fisuras en el modelo, y no solo la población está sintiendo los impactos estructurales del modelo, sino también los Estados, en términos de la deuda externa a la que están viendo cobijados y a las grandes dificultades de los países latinoamericanos en derechos fundamentales”, describe Cortés.

 

Sebastián Polo tiene otra lectura sobre el asunto.

Para él, los procesos de estallido social en la región no tienen patrones comunes, si bien hay una línea conductora como lo es la presencia de una ciudadanía mucho más crítica de sus gobiernos.

Esto, añade, va de la mano con “unos coletazos determinados de una cultura política establecida dentro de los entornos derivados de los gobiernos de izquierda en esta región”, en la última década.

En ese sentido, Polo argumenta que hay realidades muy puntuales.

Por ejemplo, cita que casos como Ecuador y Argentina son el resultado del debilitamiento económico proveniente de gobiernos de izquierda que hicieron mal manejo del gasto público, mientras que en lo que respecta a Chile y Brasil, precisa que han sido directamente relacionados con cambios políticos de las últimas elecciones generales.

Credito
ÁNGELA CASTRO ARIZA

Comentarios