La hoja de ruta de paz: el camino al fracaso

¿Cómo puede ser viable un plan de paz sin el visto bueno de una de las partes, en este caso los palestinos? La propuesta de Trump parece muerta desde el inicio.

Condenado al fracaso. Así resumen expertos, ONG, algunos países árabes, la ONU y los mismos palestinos, el plan de paz propuesto por el presidente estadounidense Donald Trump para solucionar el conflicto en Medio Oriente.

La razón es sencilla: a todas luces está destinado a apoyar a Israel, no a hacer la paz de hecho, concuerdan.

Sin contar, que el denominado “Acuerdo del Siglo” no cuenta con una de las dos partes implicadas, la palestina, para que sea serio y viable.

Si bien propone una solución “realista” de dos Estados -Israel y Palestina-, el controvertido plan, que contempla que Jerusalén sea la capital “indivisible” de Israel, no lleva a ninguna parte, pese a que Trump, al anunciarlo desde la sala Este de la Casa Blanca el pasado martes acompañado del primer ministro israelí Netanyahu, aseguró que “Israel da un gran paso hacia la paz”.

Sin duda, el tema de Jerusalén es el corazón del conflicto en Tierra Santa. Una ciudad sagrada para las tres grandes religiones monoteístas -judíos, cristianos y musulmanes-. Una cuestión que para Palestina es “innegociable”, a pesar de que en 1980 el Estado israelí, cuya fundación data de 1948, la declaró como su capital.

EE.UU. dio un plazo de cuatro años para llegar a un acuerdo definitivo, tiempo en el cual Israel “mantendrá el statu quo” para facilitar una negociación con los palestinos.

Es una iniciativa de Estados Unidos, donde siempre ha intentado colaborar o solucionar el problema israelo-palestino, pero que no ha tenido avances significativos, estima Jaime Rosenthal, abogado y profesor de la Universidad Externado de Colombia.

Recuerda que el único avance real que se puede percibir son los Acuerdos de Oslo de 1993, en donde el entonces presidente Bill Clinton jugó un papel importante y se lograron resultados.

A su modo de ver, la propuesta de Trump prácticamente abandona el esquema de los Acuerdos de Oslo, en el que ambas partes debían tomar decisiones fruto de negociaciones para definir el futuro de aspectos tan trascendentales como el estatus de Jerusalén, los asentamientos israelíes, las fronteras y Estado palestino.

“Este plan de Trump se puede decir que es un plan que rompe paradigmas”, describe Rosenthal al referirse de que parte de la base de que todos los anteriores planes que se formularon para solucionar el conflicto en Medio Oriente, no fueron aceptados por los palestinos.

Entonces, como los palestinos no han aceptado los términos de ningún acuerdo, por lo tanto, en palabras de Trump deben “pagar un precio”.

Este precio se traduce en imponerles una serie de condiciones que responden en gran medida a los intereses israelíes, apunta el docente universitario.

 

“Bofetada del Siglo”

Pero los palestinos no cederán. El presidente del Gobierno autónomo palestino, Mahmoud Abbas, reaccionó al nuevo plan de paz de EE.UU. tildándolo como “la bofetada del siglo”, una especie de juego de palabras al “Acuerdo del Siglo” definido por Trump.

Además, los palestinos no ven al mandatario estadounidense como un patrocinador justo y genuino de la paz.

Rosenthal prevé que “lo sucederá en el futuro es que la solución de dos Estados se estaría enterrando con la no aceptación de los palestinos de esta iniciativa, y nos estaríamos encaminando a la solución de un Estado binacional”, en donde los palestinos estarán en desventaja.

Alexander Montero, docente universitario y experto en Medio Oriente, es más crítico frente a este plan de paz, al calificarlo como “una gran mentira a la opinión pública”.

“No es para nada una propuesta de paz, ya que básicamente posiciona absolutamente todas las posturas unilaterales de Israel, les da un impulso fundamental y a cambio de ello, sugiere que Palestina deba aceptar una especie de compensación de 50 mil millones de dólares como si se tratara de un asunto de compra y venta”, reprocha.

También cuestiona que Jerusalén Oriental vaya a ser la capital de Palestina, y que Jerusalén sea “íntegra” de Israel, ya que va en contravía del derecho internacional.

De hecho, considera que es “un gran espejismo” cuando se habla de dos Estados, pues en su criterio, no es propuesta que estimule la creación de dos Estados.

Más bien, se concibe “una Palestina y una soberanía totalmente limitada, una especie de autonomía limitada sin control de fronteras, sin continuidad territorial, sin acceso a sus propios recursos, sin cualquier capacidad de defensa, sin ninguna autonomía diplomática internacional”, opina Montero.

Desde su punto de vista, “el objetivo de los palestinos no es plata, es que la ocupación termine”, en la medida en que es un conflicto que se ha prolongado durante más de 50 años.

En ese sentido, el experto en Medio Oriente insiste en que lo que quiere Israel es un “ejercicio de control territorial al máximo posible y reducir a Palestina a su mínima expresión”.

Por otro lado, observa un componente electoral y político en torno al asunto. Trump le está “lanzando un salvavidas enorme” a Netanyahu, que actualmente se enfrenta a un juicio por cargos de corrupción y a elecciones dentro de un mes.

El analista internacional Diego Cardona tiene otro enfoque sobre el tema, al señalar que el plan de paz de Trump en un contexto tan complejo, depende de varios factores.

Por un lado, plantea el asunto sensible de dos Estados; el estatus de Jerusalén, en especial la parte central y saber si habrá continuidad geográfica y cómo será entre Gaza y la parte de Cisjordania; y por otra parte, si se habla de Israel cono un Estado (con varias etnias) o solo como “Estado Judío”.

Otro elemento a considerar, según Cardona, es que Abbas manda en Cisjordania, pero en Gaza, lo hacen los grupos radicales Hamás y Hezbolá (chiítas y cercanos a Irán). Así las cosas, no descarta que los palestinos (incluso Abbas) rechacen la propuesta o se den un compás de espera, para ver qué pasa con las elecciones de noviembre en Estados Unidos.

 

Puntos claves de la iniciativa

 1. Jerusalén “seguirá siendo la capital indivisible de Israel”.

2. Los palestinos podrán establecer una capital en las afueras de Jerusalén oriental, pero dejaría la mayor parte de la ciudad bajo control israelí.

3. Reconoce la soberanía israelí sobre territorios palestinos ocupados, entre ellos los Altos del Golán y parte del valle del Jordán (que constituye el 30% del territorio de Cisjordania).

4. Congelar durante cuatro años la construcción de asentamientos para dar solución a los “dos Estados”.

5. Descarta desmantelar los 15 asentamientos israelíes ya ubicados en Cisjordania.

6. Tanto el Estado israelí como el palestino tendrán acceso a los puertos de Ashdod y Haifa.

7. Estados Unidos aportaría 50 mil millones de doláres a Palestina para duplicar su PIB y generar un millón de empleos.

Credito
ÁNGELA CASTRO ARIZA

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