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A lo largo de la ceremonia hubo varios momentos en los que se rompió la paz que debía reinar en el templo, porque los manifestantes proferían gritos pidiendo justicia para Moise.
En las primeras filas se sentaron algunas autoridades locales, incluida la alcaldesa, Yvrose Pierre, que siguieron la misa sin inmutarse por los constantes revuelos dentro de la catedral. Antes incluso del inicio de la homilía un grupo de personas entró a la catedral para animar a los presentes a realizar altercados, pero el responsable de la Delegación del Gobierno en el Norte, Pierrot Augustin Degaule, acudió a apaciguar los ánimos.
Los partidarios más acérrimos de Moise no quieren que se celebre su funeral, previsto para el viernes, hasta que no estén muertos sus asesinos.
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