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Una carta con tres balas tipo Flobert de 9 milímetros. Sin remitente, pero sí destinatario: El Papa Francisco.
Aunque la misiva escrita con bolígrafo, apenas legible “Papa-Ciudad del Vaticano, Piazza S. Pietro en Roma”, con sello francés, no llegó a manos del Sumo Pontífice, al ser interceptada por los Caribineros de la provincia de Milán, el pasado 9 de agosto, sí ha generado conmoción dentro del clero y encendido las alarmas sobre la seguridad del máximo líder de la Iglesia Católica.
Todo esto se da en el marco de un histórico megajuicio por corrupción que comenzó el pasado el 27 de julio en la Santa Sede y en medio de acusaciones por malversación de fondos. Es más, el contenido de la carta hace referencia a los escándalos financieros que tienen en la mira al Vaticano.
Por primera vez en casi 300 años un cardenal se sentará en el banquillo de los acusados en una corte penal de primera instancia en el Vaticano: El italiano Giovanni Angelo Becciu, exprefecto de la Congregación para los Santos.
Además del influyente y carismático Becciu, a quien el Papa destituyó como segundo responsable de la Secretaría de Estado vaticana, otras nueve personas son acusadas de fraude, lavado de dinero y extorsión y abuso de poder, entre otros cargos.
Estas personas, entre ellas trabajadores laicos y religiosos, serán juzgadas, en el marco de una nueva norma emitida por Francisco, el pasado 30 de abril en un “motu proprio”, un documento pontificio que asignó a la Justicia ordinaria del Vaticano los eventuales juicios penales a cardenales y obispos, ante competencia del Tribunal Supremo.
Punta de iceberg
La investigación apunta a la compra irregular en 2015 de un lujoso edificio en Londres, por más de 300 millones de euros destinados a obras de beneficencia, y que provocó pérdidas millonarias al fondo de caridad que gestiona el papa Francisco.
Pero no solo eso. Recientemente salió a la luz un informe que revelaba las propiedades, más de 5.000 en toda Europa, que posee el Vaticano. Así que este juicio por crímenes financieros dentro la Santa Sede es solo la punta de iceberg.
En paralelo, el Vaticano detectó un total de 89 “actividades sospechosas” de posible lavado de dinero, fraude o financiamiento del crimen e incluso terrorismo el año pasado.
Sanear las finanzas
Con esta decisión, el Papa argentino, de 84 años, muestra su determinación por limpiar de los escándalos a las cuentas vaticanas pese a una trama oscura e inescrupulosa de gestiones en el seno de la Santa Sede, sobre todo a los más altos niveles. El alcance que pueden llegar a lograr las investigaciones y reformas del Vaticano dependerán del hombre que esté a la cabeza, coinciden vaticinistas.
Se dice que el papa Francisco es diferente a sus antecesores, porque sabe del daño que se ha causado a la credibilidad de la Iglesia ese tipo de escándalos. Catalina Hernández Obregón, teóloga de la Universidad Javeriana, explica en ese sentido, que los papas han tenido un rasgo particular a lo largo de la historia, es que han sido líderes religiosos con connotaciones políticas, por lo cual los atentados y las amenazas, no son comunes, pero pueden suceder.
“Teniendo en cuenta, que estamos ante un Papa que no ha negado su brazo político, que es de un perfil pastoral alto”, remarca Hernández Obregón. Califica este escándalo financiero como lo más fuerte que ha tenido que lidiar la Iglesia Católica en los últimos años, salvo la pederastia.
Según ella, hay muchas especulaciones alrededor de este tema, que es muy riesgoso porque toca muchos intereses y poderes. Aunque no se aventura a señalar una teoría de la conspiración, la teóloga de la Universidad Javeriana opina que “es un escándalo muy político en el mundo seglar”.
No es la primera vez
El vaticinista Olano asegura que ya varias veces las autoridades han estado alertas a posibles atentados contra la vida de quien ejerce el primado de Pedro en la tierra.
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