Lo que deja el primer año

Transcurrió el primer año del gobierno de Juan Manuel Santos; las encuestas ubican su gestión por el lado del 70 por ciento de aceptación en la opinión pública, lo cual es alentador.

Además, el Presidente ha mostrado actitudes que no se imaginaban al inicio de su trabajo, la primera es que no está actuando como la copia su antecesor, como muchos lo esperaban, sino que ha creado una identidad propia para varias de las áreas de su gestión.

 

Además, que se sepa, tampoco se ha mostrado dispuesto a colocar cortinas de humo sobre las conductas reprochables de los funcionarios de su antecesor, pese a que él mismo hizo parte de esa Administración.

 

Es importante tener en cuenta que el presidente Santos es un seguidor de la doctrina política de la llamada “Tercera Vía”, tibia filosofía surgida al término de la guerra fría, propuesta por pensadores como Anthony Giddens, que busca superar los antagonismos de derecha e izquierda y responder al cambio global en factores como, la ciencia, la tecnología y el medio ambiente, a través de la promoción de un desarrollo con justicia, que supuestamente mantenga el equilibrio entre deberes y derechos.

 

Destaca además la competencia del mercado libre, como forma eficaz de implementar la justicia social y buscar la combinación eficiente entre la economía de mercado y la función del Estado.

 

En cuanto a las relaciones internacionales, la Tercera Vía promociona una administración global para los grandes problemas que agobian al mundo, como el terrorismo, el deterioro medioambiental, entre otros, conforme a leyes y reglas mundiales.

 

Esta visión reformista de la política capitalista, que incluye además poner en práctica una mezcla de las acciones y posiciones presentes en las tendencias políticas del entorno social, es algo que se está acogiendo en la llamada Unidad Nacional de Santos.  

 

Verdaderamente el actual pPresidente ha tenido éxito perceptible en diversos aspectos: su independencia frente al Gobierno anterior; el manejo prudente, integrador y de conciliación que le ha impuesto a la política exterior del país; la actitud proactiva para que las investigaciones por irregularidades ocurridas en años anteriores continúen hasta sus últimas consecuencias y la diligente gestión legislativa en aspectos de contenido social, económico, de justicia y seguridad,  así se sepa que estas leyes sin una estricta aplicación no producen los cambios benéficos esperados. 

 

Sin duda, estos son unos ecos de éxito iniciales, pero no pueden asumirse como progresos consolidados de la gestión del actual Gobierno; en cuanto a la lucha contra la corrupción, será la justicia la que se encargue en el tiempo de dar los verdaderos resultados, las leyes, como la de Víctimas y Tierras, Regalías, de Seguridad, Formalización y Primer Empleo, sin buenas herramientas y voluntad de ejecución, no pueden dar los resultados esperados. Pero, además el Gobierno carga actualmente con elementos que le son adversos: se está horadando la seguridad, en campos y ciudades; también la movilidad; persiste el vacío estructural en materia de desigualdad y Colombia se reafirma como un país altamente inequitativo sin avances en tan delicada materia.

 

Entonces se debe reconocer que las cosas van bien para el Gobierno, pero sostener los resultados y la popularidad actual no es algo fácil, pues en muchos aspectos se trata de pasar de una teoría que proyecta muchas ilusiones a las verdaderas realizaciones, en medio de condiciones nada fáciles. Todo lo dirá el paso del tiempo. Ojalá que los colombianos no nos sigamos conformando con meras promesas para acumular más decepciones y tener que seguir hablando de una sociedad de “Tercera Vía”, pero insegura y altamente desigual.      

Credito
PEDRO LUIS ZAMBRANO C.

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