Dos formas de hacer política

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Aristóteles piensa que la política es la más importante de las ciencias prácticas porque apunta al fin más alto, el bien del Estado. El interés colectivo, en efecto, está por encima del interés particular. La Pedagogía sería en este modelo una ciencia práctica cuyo sentido final se encontraría en la política. En las interacciones humanas se busca siempre ser reconocido por el otro y se aspira a acercarlo al propio punto de vista. En este sentido hay siempre una intención pedagógica en la amistad y en la política. Pero hay también formas distintas de la pedagogía que corresponden a formas distintas de concebir y hacer política.

Podríamos reconocer al menos dos grandes formas de hacer pedagogía relacionadas con dos grandes formas de hacer política. Por una parte está el autoritarismo y el énfasis en la seguridad. En esta forma de pedagogía se renuncia en buena parte a la libertad por la seguridad. La necesidad de la seguridad corresponde a la experiencia del miedo. De este modo el miedo (real o imaginario) es la condición de la eficacia de la pedagogía del autoritarismo. Es necesario definir un enemigo. En el fascismo, el enemigo era el judío “contaminante”. En su forma local y actual el enemigo es el “terrorista”, que no pierde su condición demoníaca aunque intente reemplazar la violencia por el diálogo. De lo que se trata es de generar la necesidad de un padre, de un tutor que nos rodee con su fuerza y su convicción y nos ahorre la difícil tarea de pensar autónomamente. Para ello es necesario alimentar el miedo y la conciencia de debilidad. Esta forma de pedagogía es la negación de lo público y termina asfixiando la política. Durante los ocho años del gobierno de Uribe prevaleció en Colombia esta pedagogía.

Por otra parte está lo que hemos llamado “pedagogía generalizada”. La pedagogía generalizada se orienta a la ampliación de la política. Trata de hacer de la política una acción consciente. Es generalización de la participación a través de la expresión. Es la generalización de las razones, la posibilidad de la crítica. Reconoce al Estado como una construcción colectiva. La pedagogía generalizada no puede ser vista como control o represión. Implica un reconocimiento a la diferencia, una aceptación del otro. Parte de una voluntad de apertura al otro y se asocia a la posibilidad de convivencia de los diferentes.

La paz es posible y el proceso para alcanzarla no puede detenerse ahora. En la paz no se trata de la negación de las reglas. Más aún, la pedagogía generalizada requiere mayor cumplimiento de reglas. Ella conduce al acuerdo en torno a la exclusión de ciertas acciones: el que hace lo indebido resulta marginado (ej.: el corrupto). No se trata de emplear la fuerza para lograr más disuasión. Más bien de establecer acuerdos que implican una pérdida de legitimidad de la acción contraria al interés general. La pedagogía generalizada, como pedagogía de la paz, requiere conciencia de perspectivas distintas: de intereses, razones y motivos distintos. También se trata de buscar comunidad en lo deseable.

Credito
ANTANAS MOCKUS

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