Con el alma curtida

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Tengo fe en que más temprano que tarde terminará el conflicto armado que existe en Colombia. Y también en que dentro de unos años, 20 o 30, los colombianos mirarán esta época con vergüenza, pues se trata de medio siglo perdido, durante el cual nos hemos llenado el corazón de odio y nos hicimos insensibles. Nos tomará dos o tres generaciones superar esta horrible noche.

Esta semana se hizo pública una crónica escrita por Diana, compañera sentimental de Alberto Martínez, “un curtido mando del Estado Mayor del Bloque Oriental”, según se lee en el un sitio web de las propias Farc. El texto se titula ¿Es Clara Rojas una víctima de las Farc-EP? Y ella constituye una radiografía de la profunda degradación moral a la que han llegado muchos hombres y mujeres de esa organización. El texto es lo más alejado de la idea que uno puede tener de un “revolucionario”. Es además, sexista y clasista, y muestra una absoluta inversión de valores.

Dice Diana, la compañera sentimental del “curtido guerrillero”, que a Clara y a Íngrid, “Por su condición de mujeres y su extracción social, los mandos acordaron un trato preferencial hacia ellas”. O sea, que internamente las Farc reproducen el abominable y trasnochado clasismo de nuestra sociedad, en donde hay gente de primera, de segunda y hasta de quinta categoría. Y dice también que Clara Rojas quedó embarazada porque “Clara se entregó a él por su libre voluntad”.

Supongo que también Diana se “ha entregado” a su compañero guerrillero por su libre voluntad. Esto confirma que esta guerrilla tiene un espíritu machista y clasista. Leyendo la crónica de esta mujer me pregunté si Colombia sería un país mejor bajo un gobierno de las Farc y la respuesta, obviamente, fue que no.

Y es triste que así sea, si uno piensa en la cantidad de hombres y mujeres que equivocadamente le han entregado su vida a esa guerrilla. Dice también Diana dice que “el trato recibido por los prisioneros fue el más adecuado desde el punto de vista humano”. Es evidente que esta mujer tiene un singular punto de vista de lo que es un “trato humano”.

Y la perla de esta anatomía moral es la siguiente: “Si ahora escriben libros, cuentan historias dramáticas o reclaman indemnizaciones, lo hacen olvidando que siguen con vida gracias a que los guerrilleros de las Farc decidimos enfrentar todas las dificultades con ellos encima, antes que abandonarlos en medio de la manigua donde no habrían sobrevivido ni un par de días”. Mejor dicho, ahora Íngrid y Clara les terminaron debiendo a las Farc. Extraña manera de razonar.

La crónica es algo extensa para comentarla en un espacio tan corto como éste. Pero si alguien cree que exagero en mi apreciación de que gracias a esta ella es posible palpar la torpeza, política, el machismo y el clasismo de las Farc, puede tomarse el trabajo de leerla en www.pazfarc-ep.org. En este texto, donde se afirma que Clara no tiene derecho a sentirse víctima, queda muy claro que Alberto Martínez y su mujer lo que tienen curtida es el alma.

Credito
GUILLERMO PÉREZ FLÓREZ

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