¿Planes de subdesarrollo?

Alberto Bejarano Ávila

Qué, por qué, cómo, cuándo, dónde, quién. Estos adverbios interrogativos, recuerdo ahora, encabezaban áreas del esquema estructural de la planeación que nos enseñaban en algunas materias y que podrían ser útiles a quienes quieren lograr eficiencia y eficacia en la gestión del desarrollo.
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Hoy un plan de desarrollo no procede de una visión prospectiva consensuada, sino de normas que establece el DNP y por ello mal podríamos denominar plan de desarrollo al magro presupuesto cuatrienal de inversión que es más requisito que derrotero y que usa en exceso el qué, el por qué y el cómo (la retórica) más no el cuándo, el dónde y el quién (la precisión), tal vez para evitar que los funcionarios sean juzgados por resultados.

En política resuena “el yo” y sabemos que ese ruido anuncia arrogantes torpezas y no signos y hechos de progreso y por ello, en la planeación del desarrollo, el qué es truco demagógico, basta hablar de desempleo, inseguridad, corrupción y listo. El por qué es subterfugio, pues con porqués la demagogia elude el análisis de causalidad y mimetiza cegueras, ineptitudes y culpas. El cómo es listado de lugares comunes: superar la pobreza, eliminar la corrupción, extirpar la inseguridad, hacer pactos por el empleo, atraer inversión, etc., blablablá insulso, pues hoy el ámbito público es heredad de egos, codicias y pequeñeces y no de claro enfoque social, económico, político y estratégico orientado a cambiar la historia del Tolima.

En la planeación del desarrollo tolimense es vicio pertinaz, se dijo, eludir el cuándo, el dónde y el quién. El cuándo, porque de suyo es ahora y éste es tiempo concreto que exige dominar la historia para no ser veletas al vaivén de tantos malos tiempos y para juzgar si avanzamos o reculamos. El dónde, porque incluye la territorialidad departamental y de cada municipio, su sociedad y su economía. El quién, porque asigna obligaciones, conocimientos, liderazgos, coherencia, aptitudes y honradez, virtudes éstas que, de hecho, son antítesis de la ineptitud y la ambigüedad de quienes prometen y, luego de elegidos, no responden por lo prometido.

Siempre me pareció absurdo que la planeación o la prospectiva tolimense pudiera realizarse sin lecturas de sucesos sociológicos y económicos que a lo largo de nuestra historia siempre fueron involutivos: migración interna y externa; desplazamiento forzado por la violencia o la carencia de oportunidades; politiquería decadente; desindustrialización; yugo centralista; corrupción creciente; ciencia, tecnología e innovación no aplicadas; colonización económica y mental; inhabilidad para pensar social, ambiental, económica y políticamente al Tolima.

El efectivo plan de desarrollo está cimentado en la visión del futuro; identifica las causas del atraso; incluye la identidad regional como pasaporte hacia lo global; busca la autosuficiencia financiera en vez de hipotecar el futuro; admite que la única vía para que Colombia cambie radica en que las regiones cambien. Visto así, el objetivo principal de todo plan de desarrollo en el Tolima sería instaurar otro modelo cultural, social, ambiental, económico y político.

ALBERTO BEJARANO ÁVILA

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