¿Qué le hace falta al Tolima?

Alberto Bejarano Ávila

¿Qué le hace falta al Tolima para superar sus graves problemas y convertirse en una región prospera? Sin duda muchos se habrán hecho la misma pregunta con sujeción a su particular idea de prosperidad, y para responderla, desde mi propia forma de pensar, hago una especie de inventario de las condiciones objetivas y subjetivas que se requieren para que el Tolima pueda lograr el desarrollo o, en su defecto, las que lo impiden. De éste listado concluyo que, desde lo objetivo, no se avistan limitaciones u obstáculos y, tomando como cierta la premisa de que no existe un solo tolimense, incluida la diáspora, que no desee el avance de su tierra, entonces, desde lo subjetivo, tampoco se advierte impedimento o limitación alguna.
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Así resulte ladrilludo, intentaré elaborar una muestra de las condiciones objetivas: el Tolima cuenta con economistas, contadores, administradores financieros, de empresas y públicos; ingenieros en todas las ramas, urbanistas, arquitectos, geólogos, programadores, biólogos, técnicos industriales, agrónomos, veterinarios, químicos, estadígrafos, psicólogos sociales, politólogos; juristas, ambientalistas, comunicadores, cultores de todas las artes; publicistas, artesanos, sociólogos, antropólogos, escritores, historiadores, intelectuales, empresarios, expertos en marketing y educadores. Sin duda el gentil lector y los suyos, hacen parte de esa inmensa riqueza de saberes y talentos que el Tolima necesita para construir su prosperidad.

También son condiciones objetivas los 24 mil km2 del territorio tolimense (igual a Israel); su diversidad de climas, su abundancia de recursos naturales, la vastedad productiva del agro, su localización estratégica, su capacidad de ahorro (hoy lucrado por la banca nacional) como base del capital, la inversión y el crédito; su institucionalidad pública, hoy clientelizada, pero que podría adecentarse; sus organizaciones sociales que, unidas, animarían el progreso, sus entidades privadas, hoy guiadas por el modelo economista, pero que podrían enfocar sus labores a partir de la tesis endogenista; su aparato educativo, que debe sincronizar su visión y misión con la pertinencia ideológica, científica y técnica que exige el progreso del Tolima.

No menos relevantes son las condiciones subjetivas: su historia, que se remonta a la época precolombina y que por más de 500 años transitó por la colonia, la independencia, el fallido episodio autonómico o descentralista y la vida republicana, hasta nuestros días de violencia sin paz y de atraso en la modernidad; sus mitos y sus leyendas, sus tradiciones, su identidad que debe ser reconstruida, su pluriculturalidad, su sumisión al centralismo, que debe mutar a soberanía (que no independentismo); su cultura político-electoral, que debe ser rehecha.

Al Tolima nada le falta para ser ejemplo de progreso. ¿Entonces por qué el tenaz atraso? Mi cruda opinión es que nuestras ideas de progreso fueron alteradas para que creyéramos que el Gobierno es el gestor del progreso, que, conociendo la ruindad de la “política”, confiemos el progreso a la “política” y que, para ejercer el rol de constructores, basta con especular.

ALBERTO BEJARANO ÁVILA

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