El fin político no es ganar, es transformar

Alberto Bejarano Ávila

La política podría trasformar al Tolima, pero, al ver tanto politiqueo y nada de ideas (“mucho tilín y paletas nada), esta idea se esfuma porque, en verdad, el ajetreo electoral parece más una gallera que un virtuoso escenario donde se plantean ideas y propuestas serias de índole económico y social. Pensando con el deseo y de cara al 2022, imagino un debate donde los aspirantes al congreso no puedan recurrir a la casuística o los cuentos de siempre y sólo les admitan exponer, con rigor ideológico y técnico, las estrategias que su colectividad propone para reconstruir moral, económica y políticamente al Tolima y, de no ser así, ellos no podrán participar del debate y se les instaría a apartarse de la política para que no hagan más daños.
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El imaginado foro admitiría, como única bandera, el vinotinto y amarillo (oro) que simboliza el territorio donde podemos construir un mejor futuro o renunciar a tener futuro. El debate entonces se centraría en la visión estratégica y los principios éticos para construir desarrollo tolimense, pues aceptar referentes banderizos rojos, azules, amarillos, verdes o variopintas, es aceptar que la obediencia debida de los ganadores será a los grandes barones electorales y a otros intereses, casi siempre ajenos y opuestos a los intereses del Tolima y ello anularía el sobrentendido principio de que el fin político-electoral es ganar para trasformar al Tolima y no ganar para continuar hipotecándolo y postrándolo.

Sabiendo que en el imaginado debate no podría participar, “en vivo”, para proponer temas cruciales para el Tolima y aunque discrepo del discurso y el proceder de algunos candidatos que ya “pican en punta”, sumaría a la concordia y la sensatez procurando no descalificar a ninguno, deseándole éxitos a todos y expresando mi creencia de que ellos, como ganadores o perdedores, pueden ayudar en la reconstrucción regional si son consecuentes con la mala hora que vive el Tolima y aceptan compartir estrategias para construir mejores tiempos.

A los moderadores del supuesto debate les sugeriría que, en el preludio, insistan en que un congresista, elegido por el Tolima, nunca será eficaz ni merecerá respeto por su egocéntrico talante, sino por su convincente convocatoria a la lucha histórica por la autonomía regional, la defensa del agua y el medio ambiente, la cultura del desarrollo, el espíritu emprendedor, la inclusión y cohesión social, la construcción de democracia económica y política, la eficaz y honesta gestión pública, la organización de la sociedad civil, el blindaje y crecimiento del aparato económico regional y la simbiosis de social, económica, pública y política.

Es ley de vida que un candidato, elegido o no, será ganador y merecerá digna recordación ciudadana si su motivación por la lucha electoral está fundada en un proyecto político para reconstruir al Tolima. Si su motivación es narcisista, impúdica y carente de pensamiento y por tanto incapaz de construir historia, también es ley de vida, su destino será el rincón del olvido en la memoria de los tolimenses.

ALBERTO BEJARANO ÁVILA

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