La emberracada gremialista!

Alberto Bejarano Ávila

Gasto e inversión pública en sectores económicos puntuales ha sido la estrategia clásica para destrabar economías raquíticas o recesivas y empezar procesos sostenidos de desarrollo.
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En estados y regiones, otrora atrasadas y primarias o que cayeron en grave crisis económica, la inversión se priorizó en infraestructura y vivienda, dado su alto impacto en la generación de empleos y utilidades que permitían acumular ahorro y, con este, la formación de capital de inversión para reinvertir en esos u otros sectores y así encadenar una dinámica integrada de su aparato económico. Igual el gasto público, además de paliar penurias, se enfocó a cultura, educación, investigación y ciencias y, así, potenciar saberes, calidad humana y convivencia cívica y sinérgica, factores constitutivos de la voluntad política con espíritu progresista. Con la fusión de contexto, conocimientos y capital, muchos territorios superaron su atraso o sus crisis y empezaron a construir esa prosperidad socioeconómica que soñamos para el Tolima.

Esa estratégica básica y lógica, puede ser matriz de acuerdos entre gobernación del Tolima, municipios, sectores económicos y organizaciones sociales y profesionales para inaugurar la economía circular-regionalista que destrabe la parálisis tolimense, pero, siendo francos, hoy esa opción es inviable porque la subcultura desarrollista y populista que algunos ejercen y otros toleran, facilita que la inversión y el gasto público, de hecho fondos exiguos, acabe en manos del politiqueo venal, que no solo los dilapida, sino que, por razones que la suspicacia nos sugiere, privilegia a contratistas foráneos, golpeando así al talento tolimense; la creación y transferencia de conocimientos; el espíritu empresarial; el control político; la retención de utilidades; el ahorro; la formación de capital propio y su reinversión; la autoestima regional; la cooperación y, así, en vez de dinámicas de progreso, se inoculan gérmenes del atraso.

Así como duele la falta de autocrítica y crítica consecuente y duele la protesta sin propuesta, también duele que la subcultura desarrollista lleve a confundir politiquería con política y por lo mismo a ignorar que el desarrollo y con él la prosperidad de cada tolimense, se cimenta en la legitima política que nos negamos a construir. El talento tolimense abunda, pero ideas y mañas arcaicas lo cohíben y, por ello, los tolimenses debemos admitir que urge una política respetuosa del talento y los recursos tolimenses, respeto que no se logra loando o aupando caciquitos sino exigiendo que la contratación pública privilegie ese talento, pues es la única forma como podrían utilizarse estratégicamente los recursos públicos para desatar “el nudo gordiano” que impide crear la economía circular-regionalista que nos ofrecerá mejor futuro.

¿Cómo regionalizar la inversión y el gasto público? Empezar con la emberracada gremialista: ingenieros en toda ciencia; empresarios; lideres sociales, culturales y comunales, etc., deben exigir, no rogar, que la contratación pública respete al talento tolimense y luego plantear, en cada entidad, una reingeniería misional y organizacional que adecúe idoneidades. Este y no el mero asunto electoral, sería un gran suceso político de las fuerzas vivas del Tolima.

ALBERTO BEJARANO ÀVILA

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