Progresismo, legitimidad o parodia (I)

Alberto Bejarano Ávila

Una obsesión, que ahora comienzo a ver como un imposible y no como utopía, es ser testigo del tránsito del Tolima por la ruta del desarrollo
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Una obsesión, que ahora comienzo a ver como un imposible y no como utopía, es ser testigo del tránsito del Tolima por la ruta del desarrollo y por ello en dos recientes artículos aludí a una nueva mentalidad como condición ineludible para iniciar el proceso que lo haría posible, asunto que por su trascendencia abordo recurrentemente y desde distintos ángulos. 

De una hipotética consulta a los tolimenses acerca de si ansían que el Tolima sea próspero, moderno y nuestro o sí prefieren seguir por el regresivo, incierto y ajeno camino que hoy trasegamos y de la obvia unánime escogencia de la primera opción, quedaría al descubierto esta insólita paradoja: siendo el desarrollo y el bienestar el anhelo de todo tolimense ¿por qué sus líderes contemporizan y no se desmarcan de los factores que causan y nutren el atraso, impidiendo así que el liderazgo social, económico y político confluya hacia al horizonte anhelado?

“Porque fueron somos, porque somos serán”, es frase que suele citarse para señalar que la realidad presente es loable o punible construcción histórica de las generaciones del remoto o reciente pasado y, por ello, legado que en todo momento debe juzgarse para decidir si esa u otra, es la obra que las generaciones actuales legarán a su descendencia, juicio que cuando se omite, muestra la irresponsabilidad de quienes tienen que visionar y construir historia. En el Tolima nadie podrá excusar la continuada irresponsabilidad histórica, pues, sin manera de refutar y desde hace ocho lustros, sobre la pobreza física y moral viene construyéndose pobreza física y moral porque el “progresismo tolimense” terminó convertido en parodia o ficción, por ignorar que sólo será auténtico si halla las coordenadas del desarrollo endógeno y crea espíritu de unidad y concordante organización política para cambiar la historia.

En los escritos atrás citados decía que el Tolima cayó en una reducida lógica política, cositera, remendona y ni siquiera reformista, porque utiliza el concepto desarrollo únicamente como sofisma para glorificar individualismos y figuraciones y no el desarrollo como fin que, siendo alcanzado, legitima el mérito personal. El “progresismo tolimense” no es culpable del atraso, la culpa es del gamonalismo hegemónico y rotatorio que enraizó hace muchos años, pero si afirmo que el progresismo yerra al utilizar las mismas argucias personalistas y gamonalescas, pues así jamás logrará ese giro ideológico-regionalista de 180 grados que permitirá construir visión de futuro, identidad para hacerla consistente, proyecto socioeconómico tolimensista, hoja de ruta a seguir y auténtica unidad política para guiar al Tolima hacia la prosperidad.

La arcaica lógica política amamanta la politiquería y esta oxigena el atraso. Por ello aconsejo al progresismo tolimense desmarcarse de esa lógica y reconocer que el reto transformador podría empezar creyendo que fue visión y decisión progresista y no por azar, que territorios parecidos al Tolima, ricos, pero alguna vez arruinados, ej., Cataluña, países nórdicos, Corea, País Vasco, cantones suizos y más, construyeron prosperidad con inclusión social y, con estos referentes, concibiendo un Tolima próspero, sostenible e incluyente. Continúa…

Por: Alberto Bejarano Ávila

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