¿Gobernanza o gobernabilidad?

La gobernanza invita a gobernar en red, generando alianzas y confianzas entre gobernantes y gobernados. Es una manera de gobernar con más sentido de cooperación y de solidaridad, menos jerárquica y con mayor responsabilidad.

¿Qué se entiende por gobernabilidad? Este término tiene que ver con la concurrencia de toda una serie de situaciones que favorecen la toma de decisiones en un gobierno. Es un estilo de gobierno en que se establece los procedimientos que facilitan evitar las trabas burocráticas, sociales, culturales o financieras que dificulten la eficacia de las políticas públicas. Generalmente, los gobiernos autoritarios se precian, por el uso de la fuerza y la intimidación, de una gran gobernabilidad. Los gobiernos democráticos tratan de superar sus entrabes decisionales mediante la utilización de consensos y acuerdos políticos. No obstante, estos acuerdos han permitido chantajes, presiones y contraprestaciones del gobierno para con otras instancias de poder. Por ejemplo, el ejecutivo resulta “comprando” al legislativo para desarrollar sin tropiezos sus propósitos políticos. Todo este tipo de acciones, multiplicado en muchas instancias, ha llevado a malos gobiernos, a la corrupción, al descrédito, la desesperanza, el descontento y la apatía de mucha gente.

Para superar estos problemas se habla ahora de gobernanza, que no sustituye a la gobernabilidad, sino que cuando se aplica con corrección, la fortalece y la blinda contra la corrupción y el mal gobierno. La gobernanza es entendida como calidad y buena orientación de la intervención del Estado. También como una buena forma de gobernar, o como gobierno relacional y eficaz. Esta eficacia se busca con una interacción entre el gobernante, el equipo de gobierno y los gobernados de manera más horizontal y menos vertical. Algunos piensan que los gobiernos que aplican la gobernanza pierden autoridad, porque involucran a la ciudadanía en la toma de decisiones. Pero desconocen que ese estilo de gobernar que pretende mantener la separación odiosa entre sector público y privado, entre gobierno y sociedad civil, ha generado atraso, corrupción y falta de legitimidad.


La gobernanza invita a gobernar en red, generando alianzas y confianzas entre gobernantes y gobernados. Es una manera de gobernar con más sentido de cooperación y de solidaridad, menos jerárquica y con mayor responsabilidad. Las decisiones toman tiempo, pero al incluir a muchos actores sociales, se gana en credibilidad, en legitimidad y, sobre todo, en confianza, que es algo que recuperar hoy día por los gobiernos.


Gobernanza es rescatar y fortalecer el liderazgo del mandatario y de su equipo de gobierno, creando una trama de relaciones sociales fuertes, respetuosas y flexibles entre la sociedad y el Estado.


Los últimos acontecimientos del movimiento estudiantil ilustran lo que estamos comentando. El gobierno del presidente Santos, con una inmensa popularidad, con un gran respaldo parlamentario y de los medios de comunicación, con fuerte apoyo de las fuerzas militares, tenía la gobernabilidad y todo a su favor para imponer una nueva ley universitaria. Las grandes movilizaciones estudiantiles que lograron concitar el apoyo de padres de familia, amas de casa, obreros, maestros y público en general, le recordaron al Gobierno que ellos contaban, que la toma de decisiones debía tenerlos también como actores importantes.


La medida tomada por el gobierno de retirar la reforma, de abrir mesas de negociaciones y de propuestas de estudiantes, padres de familia, trabajadores y docentes universitarios, hace pensar que el presidente Santos entendió, a las malas, pero entendió, que la gobernanza es una nueva forma incluyente y respetuosa de gobernar.


El nuevo alcalde, Luis H., propone la gobernanza como su estilo de gobierno.





Credito
AGUSTÍN ANGARITA LEZAMA

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