Bancarizar

Este barbarismo idiomático da a entender que los ciudadanos, ojala todos, deben entrar en la era de la utilización de los servicios bancarios. Las razones son múltiples.

Que dinamiza la economía del país, que genera desarrollo, que impulsa acciones de cultura ciudadana que redundan en beneficio colectivo, etc. También que reduce los trámites, que optimiza procesos, que moderniza el país, se gana en seguridad, y otras arandelas.

A primera vista todo es color de rosa. Pero las cosas toman matices diferentes. A un trabajador que devenga el salario mínimo, ya no le pagan en cheque como era tradicional. Para ahorrar papel y trámites se le hace abrir una cuenta bancaria y le consignan mensualmente. Ocurre que el manejo de la cuenta es cobrado por la institución bancaria. Y si le dan una tarjeta inteligente, su expedición cuesta, y su utilización también. De tal manera, que cada mes un trabajador ve reducidos sus ingresos, porque debe dejar un remanente de dinero para que la cuenta no se cancele, por cada retiro, pago o consulta de saldo le descuentan. Al final, la dentellada que reciben los menguados ingresos de un simple empleado es significativa.


Si este mismo hecho se multiplica por millones, se detecta que los bancos han ganado cifras astronómicas por el simple caso de prestar el servicio de nómina a los empleadores. Estos ahorraron dineros, pero los empleados no, al contrario, perdieron. Súmele a esto que la institución financiera le recibe al ciudadano sus dineros, le cobra por guardarlos, le paga ínfimos intereses, y si ese mismo ciudadano solicita un préstamo, para que le presten su propio dinero le debe pagar una jugosa cifra a la entidad bancaria. La teoría de juegos habla de un sistema gana-gana, donde los dos actores en juego se reparten el triunfo. Pero los bancos lo interpretan a su manera: que gana el banco o gana el banco. O de otra manera, pierde el ciudadano por punta y punta.


La intención de bancarizar el país, como lo denominan los expertos de la economía, debería ofrecerles incentivos reales a las personas. Pero lo que se ve es un deseo insaciable de las instituciones bancarias de meterle la mano al bolsillo de los usuarios. Ha sido tan escandalosa su postura que el mismo ministro de hacienda expidió un decreto poniendo topes a los cobros que se le aplican a los usuarios bancarios. La respuesta de los bancos fue protestar por esta intromisión indebida del gobierno en los negocios privados. Se les olvida que cuando la banca estuvo al borde del colapso por el manejo indebido que ellos hicieron de los recursos públicos, el gobierno apeló a la ciudadanía para salvar a los bancos privados, mediante el impuesto temporal del dos por mil. Los bancos en agradecimiento por esta generosa acción ciudadana, presionaron para aumentarlo al doble y hacerlo permanente.


Es innegable el papel estratégico que juegan los bancos en el desarrollo de una nación. Pero su compromiso social no pasa de mirar cómo invierten un poco para buscar ahorrarse mucho mediante exenciones y atajos tributarios. Las grandes movilizaciones de ciudadanos en Europa que se han denominado de los indignados, en especial medida se hacen contra los bancos e instituciones financieras. Es importante que estos no olviden que a la gente se le llena la copa, y se puede indignar…

Credito
AGUSTÍN ANGARITA LEZAMA

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