¡La educación es un derecho!

Suena obvio que la educación es un derecho. Sin embargo, en la práctica no lo es. Muchos no asisten a la educación preescolar por falta de recursos de sus padres o porque la oferta que hace el estado es insuficiente. Mirando con cuidado las cifras de cobertura preescolar descubrimos que son bajas para la educación estatal y que la mayor oferta la cubre la educación privada.

Esto refleja un volumen significativo de niños y niñas por fuera del sistema escolar, es decir, seres humanos a los que este derecho se les conculca.
Por eso es tan valioso el aporte de la agenda inicial del Plan Decenal de educación lanzado el pasado 23 de marzo.

Este asume como bandera para la discusión pública la educación como un derecho fundamental e inalienable. Es novedoso que no se detiene en la mera enunciación del derecho como un tema meramente jurídico, sino que lo desarrolla de forma bastante interesante.

Para los expertos convocados por el Alcalde de Ibagué para la elaboración de dicha agenda, la educación que se imparta en el municipio debe tener en cuenta el derecho a la curiosidad, que debe hacer parte del desarrollo integral de la personalidad para que permita que el pensamiento científico e innovador florezca desde la escuela.

Según la propuesta, el derecho a la curiosidad debe ser parte integral del desarrollo de la personalidad y base del pensamiento científico e innovador. La educación debe ser el espacio donde la curiosidad se estimule y florezca. Tanto alumnos, profesores, directivos docentes y padres de familia deben defender a ultranza este derecho.


Otro derecho que destacan es el de la creatividad. En general, la educación tiende a uniformizar a los individuos, a estandarizarlos, a homogenizarlos impidiendo de esa manera que su singularidad, originalidad y diversidad se exprese libremente con los modelos y sistemas educativos.


Los tiempos de hoy necesitan personas que sean capaces de transformar el mundo, y la creatividad es la llave para lograrlo. Sin creatividad la vida es sosa, gris y sólo produce más de lo mismo…


También destacan el derecho al juego, porque jugando se aprende con entusiasmo y con alegría permitiendo que la enseñanza deje de ser algo tedioso, farragoso y aburrido. A muchos niños no les gusta lo que les enseñan o cómo se lo enseñan. Como decía un ilustre pedagogo colombiano, hacer de la educación un juego es posibilitar que la fiesta del recreo entre al aula de clase.


La educación debe impulsar el derecho a la felicidad como constitutivo de ella. La agenda destaca, además, el rescate de derecho al arte, como el derecho a expresarse libremente por medio de la imaginación ya sea con la palabra oral o escrita, o con lenguajes no verbales como la pintura, la música, la escultura, la danza, el cine…


Otros pensadores, de otras latitudes, aportan otros dos derechos que consideran fundamentales: el derecho a equivocarse y el derecho a no ejercer la violencia.


En educación el error debe ser semilla de saber, pero hay quienes creen que hay perseguirlo implacablemente. No practicar la violencia no es sinónimo de cobardía ni de debilidad.


Finalmente, como lo expresa la agenda, el derecho a la educación solamente podrá hacerse realidad cuando esta sea gratuita para todos los estudiantes hasta la educación superior.

Credito
AGUSTIN ANGARITA LEZAMA

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