La falta de necesidad

En reunión con varios padres de familia surgió una preocupación, que crecía a medida que se comentaba el tema.

Los padres relataban los esfuerzos y sacrificios con que habían estudiado y organizado su vida laboral. Para algunos estudiar y trabajar había sido un reto difícil de sortear, pero que con dedicación y voluntad habían logrado coronar. Para otros, montar sus negocios, organizarlos y hacerlos crecer había implicado una gran dosis de trabajo laborioso y esfuerzo permanente. Hoy todos, unos más, otros un poco menos, tienen una estabilidad económica y familiar.

Sin embargo, es para todos muy extraña la manera como se comportan, en general, sus hijos. No ayudan en lo que se necesite en casa, no cuidan sus utensilios personales. Exigen que su calzado y su ropa deban ser de una costosa marca comercial. La comida la exigen de determinada manera, nunca gustan de la que se prepara en casa o le ponen todos los peros posibles. Sus gustos tecnológicos son sofisticados. Su celular debe ser de alta gama y de la última tecnología.

Si van a la universidad, sus exigencias suben rápidamente de tono. No gustan de las entidades públicas y prefieren las privadas para esconder sus malos resultados en las pruebas Saber 11. A veces no se entiende si van a estudiar o a exhibirse. No tienen ningún recato, si al notar bajo rendimiento académico quieren cambiar de carrera. No importa el tiempo. Parecen no tener ningún afán. Quieren ser mantenidos como hijos todo el tiempo posible. El respeto por sus padres parece una caricatura. Se burlan de los viejos, a los que consideran inservibles o un estorbo. Viven orgullosos de sus juergas y de su holgazanería. Tan solo anhelan riquezas, carros y famas…

Muchos padres están convencidos que si bien a ellos les tocó muy duro, quieren alivianar la carga de sus hijos. Desean allanar el camino para que el tránsito vital sea menos penoso que el que les correspondió recorrer. Es una manera de expresar el amor por sus hijos y descendientes. Por eso les duele sentir que entregan amor y reciben indiferencias, cuando no patanería y desprecio. No sienten compensados sus esfuerzos y sí truncados muchos sueños y esperanzas.

Hay que tener en cuenta en este caso varias cosas. Los hijos vienen a través de uno, pero no son de uno. Lo más valioso que se les puede heredar no son riquezas, sino formación y educación. Si estas últimas se tienen, la fortuna es muy grande. Un hijo formado y educado entiende los sacrificios de sus padres, los valora y aprecia. Un hijo sin formación sólo se quiere a sí mismo, se torna egoísta, petulante, hedonista y poco eficiente para muchas cosas.

Dar a los hijos solo cosas y todo lo que pidan, en vez de ayudarlos, los encamina por senderos difíciles y complicados. Debemos recordar que la necesidad es la madre de la creatividad y la innovación. De la necesidad surgieron la industria, la ciencia y la tecnología. Hoy a muchos jóvenes les hace falta sentir la necesidad y el dejar de creer que lo tienen todo.

Credito
AGUSTÍN ANGARITA LEZAMA

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