Pérez

Augusto Trujillo

Hace décadas el Tolima no tiene un senador oriundo de sus propios solares. Los que han recibido votos tolimenses son extraños a la región o resultaron inútiles. Unos no disciernen sobre el significado de la política como ejercicio ciudadano; otros tomaron el atajo de convertirla en un intercambio de votos con dirigentes de otros departamentos. Eso no es hacer política, es fomentar el saqueo electoral de la región. 
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La Carta del 91 devolvió la política a los ciudadanos, pero los políticos no quisieron soltarla: La secuestraron. César Gaviria es el ejemplo vívido de ello. Los políticos tolimenses del siglo XXI se apropiaron de los defectos de sus antecesores del siglo XX, pero no hicieron suyas sus virtudes. En la República Liberal, en el Frente Nacional, en la Constituyente del 91, el Tolima hizo activa presencia, en medio de la atención del país. Hoy prácticamente no existe. Pero el Tolima tiene mucho que decir sobre muchas cosas: Su desarrollo social, económico y humano; su participación en los grandes temas nacionales; su gestión regional autonómica, en fin, el ejercicio del control sobre los gobiernos desde una curul que no se deje cooptar. 


Todo eso supone una política nueva y transparente, con la cual está comprometida Guillermo Pérez Flórez. Hijo ilustre del Tolima, abogado y periodista de renombre, hoy candidato al Senado de la República es un probado defensor de aquellos propósitos. Conozco a Guillermo Pérez desde hace unas cuatro décadas y sé que no es un tipo ordinario de político. No lo ha sido nunca. Por el contrario, es un hombre de ideas y de acción, cuya capacidad imaginativa y de realizaciones le hace inmensa falta a la actividad pública del Tolima. 


Esta tierra de grandes; de López y de Echandía, de Lozano y de Parga, que hicieron suyo el nuevo liberalismo de la Convención Nacional Liberal reunida en Ibagué hace cien años; de Alfonso Palacio y de Rafael Caicedo, de Alfonso Jaramillo y de Felipe Salazar, que fueron sus aventajados discípulos; pero también de quienes se comprometieron desde el Tolima, entre ellos el propio Guillermo Pérez, con la idea-fuerza de la Asamblea Constituyente del 91; esta tierra de grandes, digo, se vio condenada a vivir de su pasado, porque su dirigencia política fue incapaz de construirle opciones de futuro. 


Pérez significa, para el Tolima, superar esa medianía. Será un senador de lujo para su patria chica, capaz de proyectarse sobre su patria grande con las banderas del nuevo liberalismo: El que tiene cien años, pero también el que tiene cien días. El de Benjamín Herrera en la Convención de 1922, pero también el de Luis Carlos Galán recuperado hace pocos meses por sentencia judicial. Pérez se formó en el equipo, prestigioso y crítico, que lideró Galán en su momento. 


Ahora asume las responsabilidades propias de una lista cerrada del Nuevo Liberalismo al Senado, que comparte con Mabel Lara, Carlos Negret, Sandra Borda y Yolanda Perea, entre otros valiosos dirigentes de opinión. Esa es otra fortaleza exclusiva del Nuevo Liberalismo: Sus candidatos son líderes de opinión y no profesionales de una política secuestrada por vicios conocidos. Es un equipo nuevo, con deseos de recuperar para la política el componente intelectual que requiere y el conector ético neutralizado por los malos hábitos públicos. Esa no es una lista cualquiera: es una lista para el país nacional; es la lista del Tolima para regresar, con creces, al Senado de la República.

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AUGUSTO TRUJILLO MUÑOZ

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