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Hace menos de un lustro Trump quiso convertir su frontera sur en un muro físico y excluyente, indicativo de que se desprecia al vecino y de que quien propone semejante idea es, por lo menos, un acomplejado. La respuesta del presidente de México no fue menos absurda. En vez de protestar por el abuso gringo, sucedido “ahora y aquí”, guardó silencio y, a cambio pidió disculpas al disuelto imperio español por los supuestos abusos cometidos por los aztecas durante la colonia.
Como en el extraño mundo de Subuso. En Colombia no estamos mejor: Duque y Maduro cierran el linde común, en un desprecio por la suerte de quienes viven una de las fronteras más activas de la región. Más de la mitad del territorio nacional es tierra de nadie. Alguien había dicho lo mismo que anota Jaime Castro, de una manera un poco más eufemística: “Somos más geografía que historia”. Colombia no ha sido un país suficientemente dueño de su historia. Por desgracia, tampoco de su geografía. Castro sugiere la creación de un cuerpo especial, distinto de los que hacen parte de la fuerza pública, que “asegure la conservación del orden público, la convivencia ciudadana, proteja a los líderes sociales y defensores de derechos humanos, cubra la ejecución de los programas de erradicación de cultivos ilícitos, combata la minería ilegal y ayude a conservar otros recursos”. Es algo parecido a lo que sugirió el Constituyente de 1886, pero que nunca se hizo: “La ley podrá establecer y organizar una milicia nacional”.
La mencionada columna me da pie para anotar algo que, incluso he comentado con su autor y que, si bien puede ser polémico, resulta conveniente debatirse. Lo primero que la Colombia profunda requiere no es llevar el Estado del centro a la periferia, sino construirlo a imagen y semejanza de la respectiva realidad comarcana. Los constituyentes del 91, y Castro fue uno de los más ilustres, quisieron avanzar hacia la municipalización del país, pero los gobiernos posteriores se encargaron de neutralizar esa idea. Sin embargo, aún están vigentes las normas de la Carta que mantienen viva esa posibilidad. Colombia tiene un poco más de mil municipios, mientras España tiene más de diez mil y Francia cerca de treinta mil. En Colombia sobran ministerios y faltan municipios. Nada se opone a la existencia de municipios con cien o con mil habitantes solamente y con su propio régimen diferenciado de gobierno. Así cualquier municipio sería viable y podría tener su propia milicia local, así fuera bajo la supervisión de la policía nacional. Sería una forma eficaz de llegar a tener tanta geografía como historia.
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