Cincuenta años

Augusto Trujillo

“Las primeras palabras” fue un libro escrito al alimón por Carlos Orlando y Jorge Eliécer Pardo hace medio siglo. Fue publicado tras el sueño de sus autores, dos muchachos que aún no cumplían los 25 años de edad, pero que le apostaron a la utopía con la confianza de quienes saben lo que quieren. Así nació Pijao Editores, la empresa editorial independiente más reconocida de Colombia.
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Hace, tal vez, una década, Eduardo Santa escribió que el Tolima le debe a Pijao Editores mucho del encuentro con su propio pasado y, por lo mismo, con su realidad actual e incluso con su porvenir. En efecto, ha sido el vehículo expedito para que los escritores tolimenses se proyecten sobre el país y sobre el mundo, pero también para que la región se muestre como tierra apta para el cultivo de las letras, las artes, el pensamiento.

Suelo repetir que, así como el Cid Campeador siguió ganando batallas después de muerto, el Tolima comenzó a librar las suyas desde antes de haber nacido. Pero estas fueron todas batallas de la inteligencia. Las del pintor Francisco Javier Matiz, las del dramaturgo Jacinto de Buenaventura, las del jurista Juan Dionisio de Gamba en los siglos XVIII y XIX; o las de Murillo Toro, José María Samper y Rojas Garrido, aún antes del nacimiento del estado soberano del Tolima en los tiempos del federalismo.

En esas raíces se nutre el fructífero ejercicio intelectual de tolimenses como Uva Jaramillo y Luz Stella; como Eduardo Santa, Eutiquio Leal, Héctor Sánchez y Hugo Ruiz; como William Ospina, Benhur Sánchez y los hermanos Pardo. 

Pero también el de quienes bajo el alero de López y Echandía conformaron la Escuela del Tolima y construyeron las Instituciones precursoras del Estado social de Derecho en los tiempos de la República Liberal, y del no pequeño listado de discípulos suyos que, hoy, dan prestigio al Tolima como tierra de juristas. Buena parte de la producción de aquellas lúcidas mentes y del análisis histórico que significaron, está recogido en publicaciones de Pijao Editores.

Lo que nació como una aventura de la inteligencia se convirtió en una empresa de carne y hueso, pero también y, sobre todo, del espíritu. Por sus ediciones desfila el Tolima, desfila una historia, desfilan los tolimenses que han dejado rastro en la vida regional. Incluso los colombianos y extranjeros que, por uno u otro motivo, se han encontrado con el Tolima, le han servido o le han demostrado su afecto.

Hace tres décadas se reunió en Ibagué un importante congreso de colombianistas norteamericanos. Sus presidentes honorarios eran el escritor canadiense Kurt Levy y el expresidente colombiano Belisario Betancur. Seymour Menton, era el presidente en funciones y Raymond Williams el director de la Revista de Estudios Colombianos, que la Asociación editaba. Con ellos vinieron a Ibagué Germán Vargas Cantillo, Eduardo Pachón Padilla, Isaías Peña Gutiérrez, entre otros ilustres colombianos.  

Esta semana se cumplió un encuentro similar, inspirado por el mismo Raymond Williams de entonces y por la misma empresa espiritual que, por entonces, ya cumplía dos décadas. Pijao Editores sigue enriqueciendo el vínculo del Tolima y de los tolimenses con las artes, las letras y el pensamiento contemporáneo. 

 

AUGUSTO TRUJILLO MUÑOZ

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