¿Pedir, protestar, divagar o construir? (II)

Alberto Bejarano Ávila

Sugerí que los tolimenses indignados con tanta trivialidad podrían fundar un partido político y recordé que sólo bastaban 50 mil firmas, un estatuto, una plataforma política y un modelo organizacional democrático. Como sería una contradicción majadera de mi parte proponer la creación de otra versión electorera y clientelista para continuar en las mismas, aclaro que la idea complementa la “propuesta disruptiva para un acuerdo regional” hecha días atrás al Comité de Gremios, organizaciones sociales y academia, idea sujeta a pautas de orden ético, ideológico y programático y que podría ser sustentada, claro, si hubiese donde hacerlo.

Siendo irrefutable que el Tolima necesita ser reconstruido moral, social y económicamente, igual es irrebatible que debe reconstruirse políticamente. Bueno, a esto apunta la propuesta y la idea complementaria que sólo la inteligencia regional puede hacer realidad. Hasta aquí todo bien, pero, al calificar el presente como construcción del pasado surge un interrogante que espero no suscite enojos y sí reflexiones autocríticas y ojalá respuestas: ¿si, hasta ahora, tanta inteligencia no logró producir resultados relevantes, podrá producirlos en el futuro?

Aunque un examen riguroso y si se quiere científico le incumbe a la sociología y la psicología social, es decir a la academia, que ha eludido la tarea, intentaré una aguda, pero respetuosa opinión sobre el tema, no sin antes aclarar que al hablar de progreso regional desestimo la lógica de quienes, por haber logrado un meritorio progreso personal, afirman que el Tolima está progresando, pues tal aserción muestra la incapacidad o el sesgo para leer la realidad, la falta de sentido histórico, el personalismo y la insensibilidad social de muchos dirigentes.

Como pasa con el agua, el talento regional se descompone o malgasta porque las fuentes y conductos se pudren por la oxidación conceptual causada por los liderazgos mediocres. En el Tolima un incesante chorro de talento se evapora o se va por “las cunetas”, metáfora que señala no sólo la migración de coterráneos, también el contagio de malos hábitos, el fárrago intelectual, el espíritu gregario, la falta de análisis pertinente, etc. El talento regional se está perdiendo porque, parafraseo a Machado, “somos necios y confundimos valor con precio”.

La urgente escisión histórica en el Tolima, además de talento requiere una nueva voluntad política; recordemos cómo la calidad propositiva de aquella célebre “misión de sabios” cayó en terreno de necios, se disipó y nada pasó. Ser políticamente “bueno o malo” es accidente u opción y no lado maniqueo; dijo Don Quijote, “júntate a los buenos y serás uno de ellos”; si esto hiciésemos, la versión opuesta acabaría por siempre y la diversidad convergería hacia el progreso. 50 mil firmas, el estatuto, el proyecto político, el suceso fundacional del partido regional y el modelo organizacional democrático son tareas impensables en la lógica política actual, pero fáciles como tarea histórica asumida por los actores económicos y sociales.

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