Paros y presidentes

No debe sorprender a nadie que en Colombia, uno de los países más inequitativos del mundo, haya reclamos sociales, protestas e incluso actos vandálicos. Este país está y ha estado en guerra por mucho tiempo, por cuenta de una clase dirigente que se ha sostenido alimentando odios, entregando el país a intereses trasnacionales y manteniendo gran parte de la población en condiciones de miseria.

Para mantener un fachada de democracia, hay elecciones que sólo sirven para sostener un sistema político donde demasiados de sus actores son verdaderos extorsionistas de nóminas y contratos y muy pocos logran hacer control político o actuar con verdadero sentido patriótico.

Los medios locales a lo largo y ancho de la patria son controlados por los gobernantes locales de turno; los grandes medios aprietan o alaban según vayan los intereses de sus propietarios y los grandes titulares de la prensa escrita, radial o televisiva, se uniforman desde las agencias internacionales de prensa, por supuesto, de manera interesada.

Cada presidente ha tenido su gran protesta, Lleras, López ,Gaviria, Samper, Pastrana y recientemente Uribe con la Minga indígena, los paros camioneros y la protesta ante la fallida emergencia social.

Ahora, Santos enfrenta un paro agrícola cuyas causas se encuentran en un modelo donde la propiedad de la tierra está absurdamente concentrada, la violencia y la muerte se enseñorean en los campos, la injusticia y el atraso imperan y para colmo de males, los Tratados de Libre Comercio (TLC), golpean en especial a los pequeños y medianos productores y a sus jornaleros.

Por supuesto que detrás de todo paro hay intereses políticos y con certeza las Farc querrán meter baza, tanto como los paramilitares y los uribistas, pues la política consiste en confrontar intereses y el Estado existe para dirimirlos.

Dado que aún estamos en conflicto armado, la combinación de todas las formas de lucha persisten desde la izquierda y desde la derecha. Por lo mismo hay que acelerar el proceso de terminación del conflicto, para resolver desde la confrontación pacífica de los intereses, las causas del paro agrícola, cuestionando necesariamente el modelo de desarrollo del campo colombiano y los TLC que nos recetaron desde la presidencia de Gaviria y que Uribe impuso con tanto ahínco y con el apoyo incondicional de muchos de los que hoy reclaman.

Credito
JAIME CALDERÓN HERRERA

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