Del dicho al hecho…

Camilo Ernesto Ossa Bocanegra

Pongámosle el ojo a la conectividad regional y, aún cuando quisiera referirme principalmente a las alternativas de comunicación terrestre, fluvial y aérea, es también necesario que, en esa precaria conexión con otras ciudades y departamentos, por no ir más allá, se priorice la conectividad digital, la misma que suele ser deficiente, sobretodo en las zonas rurales del departamento –aún cuando es un problema generalizado en todo el país-, donde, según información suministrada por el director del DANE en el Congreso de Andicom en noviembre del año pasado, solo el 56,5% del país cuenta con conexión a internet y de ese porcentaje, el 66,5% corresponde a las cabeceras, mientras que tan solo el 23,8% de ese 56,5% a la zona rural. ¡Muy difícil así! 
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Pero retomemos la idea inicial, primero, más del 90% de las vías terciarias del departamento están en condiciones, diríamos, intransitables, dificultando la conexión de los pobladores con los cascos urbanos, la ciudad capital y afectando todo tipo de derechos, por un lado, los derechos de primera generación, aceptados desde el siglo XVIII, como son la libertad, la seguridad, la vida, la propiedad, por mencionar algunos. Hay una negación sistemática de los derechos económicos, sociales y culturales –de segunda generación-, que datan del siglo XIX y que defienden el valor supremo de la igualdad y busca garantizar la educación, la salud, el trabajo y la realización de actividades económicas, entre otros. Pero no se detiene ahí, pues la solidaridad tiende a irse al traste, porque los derechos ambientales, a la paz y al desarrollo están restringidos en pleno siglo XXI.

Segundo, el transporte fluvial es inexistente y los avances urbanos del nuevo siglo comenzaron a darle la espalda a los ríos –es dejar atrás el progreso- ¡y no!, hay es que darle la cara y, para el caso del Tolima, desarrollar económica y socialmente los municipios ribereños de manera autosostenible. Por ejemplo el río Magdalena que atraviesa municipios como Natagaima, Purificación, Coyaima, Prado, Guamo, Espinal, llegando a Flandes y pasando por Coello, Piedras, Venadillo, Ambalema, Armero Guayabal y Honda, toda una ruta hidrográfica donde su principal sustento y fuente de ingreso debe ser el turismo y su eje articulador el río Magdalena. Propongo, a quienes resulten elegidos congresistas por el departamento del Tolima, trabajar para crear lo que podría ser una especie de “área metropolitana” entorno al río Magdalena y recuperar su aporte económico, social, histórico y cultural, en beneficio de los habitantes de este departamento, para, de ahí, desprender un nodo de desenvolvimiento turístico, gastronómico y de servicios.

Tercero, ni que decir del transporte aéreo, si bien se ha venido hablando de la construcción de un nuevo aeropuerto –internacional- para Ibagué, algo necesario para impulsar la economía local, pero, mientras esto se convierte en una realidad, debemos señalar que el aeropuerto local, es cuando menos, ineficiente y mientras mantenga las características operacionales y comerciales actuales, muy poco aporte a la recuperación económica puede dar, una economía puede llegar a ser eficiente si es competitiva y esa eficiencia y competitividad por ese aeropuerto no van entrar. 

Los discursos de hoy día están plagados de la palabra desarrollo –sin decir el cómo-, pero “del dicho al hecho, hay mucho trecho”

Camilo Ernesto Ossa.

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