El puente

Camilo Ernesto Ossa Bocanegra

En la historia, las sociedades han hecho de las normas un componente fundamental para nuestra convivencia y desarrollo y, a medida que hemos evolucionado, se han implementado mecanismos (reglas de juego), que delimitan el campo de acción de los individuos en cuanto a las relaciones económicas, políticas y sociales y, a ellas, respondemos (o por lo menos, ese es el deber ser), alejados de un modelo de Estado propio de una sociedad monista.
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Han transcurrido alrededor de tres años desde la orden judicial, al alcalde de Ibagué, para la construcción de un puente que permita garantizar el paso seguro y digno, por la quebrada La Chumba, en el corregimiento de San Bernardo, a un menor de edad (esa fue la tutela judicial), y en beneficio de toda la comunidad, que ve menguados sus derechos con ocasión de la negligencia (o desinterés) administrativa. Eso de cumplirle al menor –y de paso a las instituciones judiciales- no da votos, más bien, en vez de buscar soluciones transitorias (efectivas) como complemento a la definitiva, en la que se debe comprometer, dice (el alcalde) aceptar el arresto domiciliario.

El campo, ha sido víctima de un sesgo urbano, desconociendo, en ocasiones, que en la ruralidad hay un motor fundamental del desarrollo económico, podemos hablar de América Latina, de Colombia e Ibagué, por supuesto, sobre el cual, con un enfoque territorial acorde a nuestra diversidad, puede ser generador de posibles soluciones a los problemas planteados en el Informe de Riesgos Globales 2023 del Foro Económico Mundial (y los cuales que no son ajenos a los que hoy día podemos padecer) que señala aspectos elementales y que deben hacer parte de la agenda, como la inflación, la recesión económica, el aumento de la pobreza, la desigualdad y la inseguridad alimentaria, sin dejar de lado el fenómeno de migración campo-ciudad, como una definición clara del problema.

Más allá del respeto a la Constitución y la protección y promoción de los derechos fundamentales de todos los ibaguereños, atender y solucionar los problemas del campo es una forma de responder a las principales dificultades que aquejan la ciudad (como el económico). Recoger el despoblamiento de las áreas rurales, reducir las brechas campo-ciudad, enfocarnos en la vulnerabilidad ambiental, atacar la distribución desigual de la riqueza y acercar el acceso a los recursos tecnológicos de los niños, niñas y adolescentes deben ser la prioridad (y el puente es parte de la solución).  

Pero es este, un caso más del reto que ha supuesto para las instituciones, los actos del mandatario local, donde, parece ser, nos devolvió al viejo institucionalismo del siglo XX en el que, como decía Thorstein Veblen “las instituciones no existían necesariamente para promover el beneficio social sino más bien el privado”.

CAMILO ERNESTO OSSA B.

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