29 de octubre

Camilo Ernesto Ossa Bocanegra

El escenario económico de la ciudad de Ibagué no es el mejor, bastante lo hemos repetido en este mismo espacio y, por supuesto, las cifras así lo han confirmado, pero el escenario político que dejó el pasado 29 de octubre tampoco lo es y la conjunción de ambos factores prevén un camino complejo para los próximos 4 años. Miremos lo siguiente:
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Primero, por un lado, a diferencia del alcalde Hurtado, la alcaldesa electa, parece ser, contará con un concejo, si bien de golpe no en mayoría de oposición (aún cuando no es descartable este escenario, sobretodo teniendo en cuenta que, hay unas fuerzas políticas que pueden jugar y, por qué no, hacer mayoría en el cabildo) sí con un número importante de cabildantes en oposición, en lógica política, por lo menos el Partido Conservador y aquellos candidatos electos afines al “barretismo” y, tal vez, aquellos que puedan representar sectores alternativos en serio. 

De otro lado, el aparente fraude denunciado por Jorge Bolívar, que no es un asunto menor, primero porque lo hace un candidato que sacó alrededor de 70 mil votos y segundo, porque golpea de manera directa la legitimidad de la ganadora y obliga y requiere el pronunciamiento urgente de la Registraduría y el Consejo Nacional Electoral para que aclaren y despejen las dudas en relación a la elección del pasado domingo, son la cuota inicial de una posible polarización. Demos por descontado que, conforme lo denunciado, esta elección a la Alcaldía de Ibagué terminará ante la jurisdicción contencioso administrativa y, eso, alguna incertidumbre (mucha o poca) traerá. 

Segundo, recibe la alcaldesa electa, Aranda, una ciudad altamente endeudada y con cuatro retos urgentes de cara a los próximos 4 años (sin desconocer la importancia de otros asuntos); empleo y competitividad; servicios públicos; Plan de Ordenamiento Territorial –POT- y; movilidad (infraestructura vial, semaforización, trámites (modernización de la secretaría de movilidad y SETP) y, para la gran mayoría de estos asuntos, necesita al Concejo Municipal.

Pero, conforme el panorama político, la alcaldesa electa arrancó la búsqueda de una especie de unión y legitimidad (creería, también en respuesta a los movimientos de Bolívar) refugiada en los partidos y movimientos políticos que la ayudaron a elegir, así como en los grupos económicos y de “presión” que, en su mayoría han acompañado al alcalde Hurtado durante su administración (el Centro Democrático comandaría el empalme), nada nuevo, hasta ahora (claro, solo ha pasado una semana desde la elección), pero no es suficiente y cerrar filas, requiere mirar otros horizontes. Lo que sí resulta elemental, por el bien de la ciudad, es la recomposición de las relaciones con el Gobierno Nacional, que durante campaña pudieron quedar fracturadas por el discurso de la entonces candidata y el alcalde Hurtado y los recursos e inversiones que pudieran aterrizar en Ibagué, son fundamentales.

El futuro de la ciudad debe ser la prioridad, que avance y encuentre el camino para resolver los problemas que hoy, le importan a los ibaguereños, sin que se frustre lo esencial: la posibilidad de desarrollar un proyecto de vida en una ciudad en la que quepamos todos. 

 

Camilo Ernesto Ossa

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