Oteando el futuro

Camilo González Pacheco

La dura crisis ocasionada por el Coronavirus, está obligando a las autoridades departamentales y municipales colombianas, a implementar una visión de progreso ajustada a las condiciones concretas de cada región.
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El Tolima e Ibagué, no pueden ser la excepción. Máxime aún, cuando no tenemos un documento conjunto elaborado por el sector oficial, empresarial, social y académico, que señale identidades y metas comunes a largo y corto plazo. Estos aprietos que hoy padecemos, constituyen magnífica oportunidad para avanzar en tan importante propósito, orientado al desarrollo integral de la región.

Obvio sería, que la Gobernación asumiera ese liderazgo, conformando una instancia consultiva, que acorde con las actuales prescripciones de aislamientos, diera las primeras puntadas en ese urgente propósito. Sobre todo ahora, que transitamos por un doloroso camino de escaseces, soledad y espinas.

Siempre, el tema de la vocación de progreso del Tolima, ha dado para largas y tediosas discusiones, pero casi nunca salidas y propuestas concretas acordes con la esporádica coyuntura ni la visión estratégica. Sin embargo, el impulso agroindustrial, de la construcción y el turismo (“industria sin chimenea”), han estado dentro de los temas prioritarios para estimular. De ahí, la necesidad de escuchar estos sectores y buscar en consenso con ellos, y las demás fuerzas vivas de la región, un mínimo de identidades en análisis objetivos, acordes con las premuras que hoy padecemos.

Nada más, ni nada menos, que reflexionar sobre nuestra visión de desarrollo integral. No sólo en lo teórico, sino fundamentalmente en lo práctico: aquí y ahora. Entre otros afanes, y para estos efectos, requerimos tener una sola voz ante el Gobierno nacional.

Sobre todo, hoy por hoy, que a nivel mundial se está repensando una nueva dimensión del concepto de progreso. Ojalá el Señor Gobernador, inicie un constructivo diálogo social, económico y sobre todo político, con los actores esenciales de avance regional, para caminar unidos y no dispersos en medio de la tormenta.

Quienes saben de estos asuntos, han sostenido que las crisis sirven para destruir lo viejo y posibilitar el surgimiento de lo nuevo. Lo viejo, por estos lares, ha sido el clientelismo, la politiquería y la corrupción. Y con lo viejo, no se podrá jamás combatir exitosamente desde las administraciones gubernamentales, la novedosa e inesperada crisis actual, que nos golpea por todos los costados.

De esta encrucijada mundial, salimos todos, o nos jodemos todos. Rumiar desde ahora provincialmente en lo electoral, alejados de los delicados y estructurales afanes actuales, constituye un despropósito casi criminal. Irresponsables quienes así cavilan. Necesitamos pensar en grande, con altruismo y planificación estratégica. La visión es trascendental y a largo plazo. Ese el reto.

CAMILO A. GONZÁLEZ PACHECO

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