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La experiencia sería oportuna y por demás novedosa. Sobre todo, a partir de recientes conclusiones y orientaciones gaseosas y repetitivas, dadas por entidades regionales locales, que no han sabido precisar si están hablando para Cundinamarca o Dinamarca. Ni siquiera aportan un actualizado documento base y de consenso, que parados sobre nuestra realidad social y económica, puedan objetivamente vislumbrar un futuro mejor para el Tolima.
Repiten varios gremios y empresas, desde hace décadas una y otra vez las mismas cosas, como monótonos cantos a la bandera: que necesitamos exportar, pero no precisan siquiera el cómo ni el cuándo; que requerimos generar empleo, pero el desempleo crece preocupantemente. Que es urgente avanzar en tecnificación e inversión. Que requerimos incrementar la producción agrícola. Y, más de lo mismo, con los mismos y en la misma.
Por ello, resulta interesante e importante, analizar los avances, que en este sentido están adelantando varias regiones vecinas, por ejemplo, la experiencia de la región Administrativa y de Planeación Especial (RAP-E) y la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR), que permitirá, entre otras ventajas contar con una nueva figura de integración del área metropolitana de Bogotá y Cundinamarca. Muy buena y pedagógica experiencia.
El Tolima con Ibagué a la cabeza, podría experimentar propuestas en este sentido, unificando regionalmente a los municipios vecinos, con una invitación tomada en mutuo acuerdo, que perfile con claridad nuestra vocación de desarrollo, incorporando necesariamente los temas ligados a las relaciones ecológicas, demográficas y económicas, donde el turismo y la cultura jueguen un papel fundamental.
La iniciativa, permitiría en estos tiempos de vacancia política a partir de la amenaza del coronavirus, que los voceros de las fuerzas políticas regionales aprovechen la cuarentena, adoptando todas las medidas de seguridad y los avances tecnológicos utilizados en las sesiones del Congreso, para intercambiar públicamente propuestas actualizadas de desarrollo regional, con el sector oficial y privado, definiendo bases sólidas de crecimiento económico y social dentro de una visión ágil de equidad territorial y convergencia económica.
Dicho documento, recogería las identidades y consensos, como punto de partida. El resto se construiría en sano ambiente participativo y democrático. Algo es algo, peor es nada, reza un sabio y antiquísimo proverbio.
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