Las ilusiones colombianas

José Javier Capera Figueroa

El panorama en Colombia es cada vez más deprimente, ahora nos encontramos en un proceso de estancamiento, las cifras son alarmantes en el 2015 el desempleo fue de 8,9%, mientras para el 2016 está proyectado en 9,1% son datos que muestran la contradicciones que existen en las políticas neoliberales de los últimos gobiernos, dichos gobiernos se han caracterizado por la venta abismal de las empresas públicas, la desregulación financiera y en particular las perdida de condiciones laborales, sociales y políticas de la clases trabajadora del país. Véase: http://www.elespectador.com/noticias/economia/hay-estar-preparados-el-desempleo-sea-mas-alto-minhacie-articulo-620439

Uno de los análisis realizados de la crisis civilizatoria por Armando Bartra, menciona que la contradicción del capital y la fuerza es uno de los peldaños que conllevan a un estado de malestar en la sociedad – que ahora no es cuestión de realizar inversiones, extraer capitales, buscar formas de ahorro conmensurables ya que con el tiempo la depreciación del dinero, la perdida de lo público y el sin freno de la lógica privatizadora hará de esas ilusiones humanas una simple gota del vacío social de la humanidad.

Ahora la cuestión se reduce a lo que menciona el Maestro John Saxe en uno de sus textos sobre la “pax americana” es un momento histórico que sitúa al sujeto en dos latitudes: La primera, sobrevivir a las condiciones sociales, políticas y culturales de la época y la segunda, resistir al colapso de las grandes corporaciones, las potencias norteñas y la política colonial de los gobiernos conocidos como “desarrollados”. Véase: https://www.youtube.com/watch?v=A9CyVMI8xUM 

Es así que ver subsumida una clase media y baja a situaciones sociales como la pobreza, la violencia, el despojo, el consumo – consumista es parte de la configuración de lo que es conocido como el Vacio del sujeto y la crisis de la modernidad. Ahora, se puede sumar que no sólo se debe sobrevivir sino que se debe aprender a sufrir porque el sufrimiento ha pasado hacer una característica de la juventud y la vejez – bien lo decía el maestro Helcias Martan Góngora poeta del pacifico colombiano en unos de sus versos que entonaba así: “El pez espada montará su guardia  civil, en torno del mínimo acuario,  David Felipe, que arribaste al mundo  en la hora propicia de los salmos”. 

La razón de lo expuesto se centra en reconocer los siguientes aspectos:

1)  Tenemos una sociedad en decadencia no sólo política sino de su propio imaginario social, ahora la cuestión de la vida se reducen al estilo del consumo, la soberbia – aparentosa de comprar todo lo que más se pueda y si eso implica utilizar el dinero líquido, empeñar las tarjetas de crédito y bien o mal comprar lo que esté de moda ya sea de marca o falsificado es bienvenido.

2)  Se vive en una época donde dejar a los niños sólo y la juventud sin control es una gran amenaza, ya no se sabe qué hacer con las drogas, el sexo desenfrenado, el alcoholismo y la pérdida de identidad  - ahora los círculos sociales,  las redes, los aparatados de última gama han reemplazado los juegos tradicionales, las integraciones familiares y el sentimiento social, bien lo decía un maestro al mencionar que los paseos comunitarios, la visita a los ríos han dejado de existir y todo se reduce a visitar los centros comerciales todos iguales pero cada vez más voraces por generar el ansia del consumo.

La simplicidad de lo expuesto se articula con la lógica de Von Clausewitz cuando aludía que la Guerra era la continuidad de la política por otros medios,  yo diría el consumismo es el degeneramiento por otros medios. Por supuesto, la moda, la apariencia, el desprecio a lo público y el recelo a pensar son elementos que configuran la crisis civilizatoria y las ilusiones colombianas, narraban los viejos que lo bello de escuchar la poesía de Barba Jacob, los duetos de Collazos, la escritura de Fernando Gonzales y la praxis de luchadores como el sacerdote Camilo Torres eran época del un vivir en agonía pero que al menos florecía la crítica, el sentimiento y la razón por pensar de manera diferente en un mundo donde lo homogéneo, lo simple y lo técnico es más valorado que el discurso y la praxis por otros mundo posible y necesario frente a la crisis civilizatoria que vivimos. 

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