Eduquémonos en la ebriedad 4

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Se tiene conocimiento de que alrededor del año 1000 a.c. ya los romanos habían hecho nuevos aportes al cultivo y almacenamiento del vino: tenían identificadas distintas variedades de uva, las características de su maduración, los tipos de enfermedades que las atacaban, así como habían mejorado las técnicas de cultivo a partir de la irrigación y fertilización. En su almacenamiento, reemplazaron las viejas vasijas de barro por barriles de madera y al descubrir que el aire era perjudicial para sus vinos, agregaron aceite de oliva a sus contenedores para protegerlo contra la oxidación ya que el aceite quedaba en la superficie del líquido y servía de barrera protectora que lo alejaba del aire y lo mantenía fresco. Se dice que en el siglo XVII, al comenzar la fabricación comercial de vidrio, fueron los primeros en servir vino en recipientes de cristal.

Básicamente fue la ocupación del espacio a la hora de almacenar el vino lo que motivó la innovación en las botellas, las cuales primero eran fabricadas en forma de cebolla y luego se avanzó hacia una forma cilíndrica para permitir su almacenamiento encarrilado, sin embargo, fue imperativo innovar también en un tapón especial que evitara la salida del líquido y que lo asilara del contacto con el aire por lo cual se llegó al corcho como solución idónea que facilitó incluso el almacenamiento horizontal superando las limitantes de espacio.

Aún así, el corcho primero terminaba en punta con la intención que entrara en cualquier cuello de botella pero después se necesitó un sistema de cerrado completamente hermético por lo que se desarrolló el corcho cilíndrico estándar y consecuentemente una herramienta con la cual pudiera extraerse fácilmente… el sacacorcho.

En el siglo I d.C. cada habitante de Roma bebía medio litro de vino al día y su uso se expandió rápidamente hacia España, Alemania, Inglaterra y Francia, regiones que con el tiempo desarrollaron sus propios viñedos. Al caer el Imperio Romano en 476, las grandes regiones hoy vinícolas de Europa estaban para ese tiempo cubiertas de viñedos.

Luego de la caída del Imperio Romano, fue la expansión de la cristiandad durante el siglo IV lo que aseguró la supervivencia del vino en Europa. Monasterios y catedrales que surgieron a lo largo y ancho del continente se encargaron de incorporarlo nuevamente en los rituales religiosos y de acumular grandes terrenos vinícolas en las regiones francesas de Borgoña, Burdeos, Champagne, Valle de Loira y el Valle del Ródano.

Los monjes, quienes contaban con la educación, los recursos económicos y el tiempo, fueron quienes comenzaron a probar técnicas de cultivo y elaboración del vino hasta que se convirtieron en algunos de los más importantes vinicultores de la Edad Media y le dieron a Francia el estatus de región vinícola por excelencia.

Ya en la época de exploración y conquista, el vino llegó a América y al Sur de África en los siglos XVI y XVII y a Australia en el siglo XVIII. En las Crónicas de Indias se cuenta que Hernán Cortés, tras la conquista de los Aztecas en 1521 y al haberse quedado sin vino, tuvo una crisis nerviosa que lopuso muy violento y lo llevó a obligar a los nuevos colonos a plantar urgentemente vides en las tierras de México que, por fortuna, recibieron muy bien la vid y terminaron constituyéndose en una importante bodega vinícola y comercial de América desde el año de 1596, año en que se elaboró el primer vino de la Casa Santa María de Las Parras, que aún continúa vigente en el Valle de las Parras, en México.

Continúa…

Credito
EL NUEVO DÍA

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