Y dele con el cuentico…

Federico Cárdenas Jiménez

Al parecer, el discurso frente a las drogas en nuestro país seguirá siendo una movida políticamente correcta a la hora de mantener firmes las relaciones con los Estados Unidos; ese será un punto clave para los siguientes candidatos a la Presidencia de Colombia.

¡Que cosita pues con Estados Unidos…! No digo que de Colombia ya no se hable en el mundo cuando se trata de drogas, pero el problema que tiene Estados Unidos no es el que intentan cultivar en la opinión pública internacional: Colombia no es el culpable del consumo de cocaína en ese país ni mucho menos del resto de las drogas que se meten los gringos.

Al señor William Brownfield, ex Embajador de Estados Unidos en Colombia y hasta hace poco Secretario de Estado para Asuntos de Narcóticos en ese país, le pareció decir que Colombia es responsable del 90% de la cocaína incautada por la DEA, debido -según manifestó- a que nuestras políticas de erradicación y lucha son insuficientes… yo creo que los cambios no han sido muy radicales pero sí los ha habido y para bien de nosotros.

A este diplomático se le olvidó de repente que hablar de Estados Unidos es hablar de casi una tercera parte de la demanda en el mercado internacional de drogas; que son los narcotraficantes mexicanos ahora, con una aterradora fuerza de distribución y corrupción del aparato estatal gringo, quienes tienen un papel protagónico en toda esta oferta; que al interior de ese país son otras drogas las que realmente preocupan a las autoridades policivas y de salud: en 2007, por ejemplo, 161.000 norteamericanos eran adictos a la heroína y en 2014 se registraron 435.000 adictos a esa sustancia; actualmente, según lo informó el Instituto sobre Abuso de Drogas, más de 90 personas mueren cada día por sobredosis de opiáceos de prescripción médica, números que seguramente no significan mucho para Brownfield pero que sin duda reflejan un problema de salud pública. Adicionalmente, ha habido un aumento del consumo de opioides con cocaína (speed ball) y de Fentanyl, que motivaron recientemente la declaración de emergencia nacional por parte del gobierno.

Con la cocaína, en cambio, la dinámica ha sido diferente: según la National Drug Threat Assessment (noviembre de 2016), las emergencias hospitalarias por consumo de cocaína han pasado de 101 casos a 38 por cada 100.000 habitantes, datos indicativos de un mejor manejo de esta droga, ya por campañas a nivel de salud pública o por el mismo comportamiento del mercado interno: el precio de la cocaína en este país aumentó un 149% entre enero de 2007 y marzo de 2015, pues un gramo que antes costaba 98 dólares ahora cuesta 244, algo exorbitante si se considera además que la pureza disminuyó un 35 por ciento, al pasar de ser de 67,1 por ciento a 43,6 por ciento (repito, entre enero de 2007 y marzo de 2015). Hay que anotar que las muertes por sobredosis de cocaína disminuyeron de 0,91 por cada 100.000 habitantes (2006) a 0,78 muertes (2015).

Como sea que se presente este fenómeno en ese país, las palabras de Brownfield se entienden como una expectativa sobre Colombia a la hora de fortalecer la guerra contra las drogas, por lo que es fácil anticipar las próximas jugadas de Estados Unidos a este respecto como fácil anticipar también los discursos políticos de los nuevos candidatos a la presidencia de Colombia. Más de lo mismo en el mundo de lo políticamente correcto.

federic.cj@gmail.com

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