Recetas para el sector salud (2)

Carmen Inés Cruz Betancourt

Como lo mencioné en mi anterior columna, aquí recojo algunas sugerencias de lectores, a quienes agradezco su interés y presento disculpas por incluir solo unas pocas.
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Un aspecto que mencionan en forma reiterada es el maltrato que reciben los colaboradores por parte de algunos médicos y especialistas que les subestiman y tratan con arrogancia y displicencia y con ello contribuyen a crear un clima laboral insufrible. 

Insisten en la imperiosa necesidad de procurar el respeto y consideración debidos en un conglomerado que como éste, enfrenta altos niveles de estrés, conflictos, acoso laboral y sexual, que no son escuchados y menos resueltos. Esto repercute no solo en la salud mental de los equipos sino que el maltrato lo trasladan a los pacientes y a otras personas, y posiblemente lo llevan a sus hogares, y así alimentan un círculo de maltratos. 

Dada la importancia de cumplir con exigentes protocolos se requiere una política clara que promueva un clima laboral adecuado, y para ello deberá monitorearse en forma permanente a fin de garantizar que se aplica y opera.

Desde otra perspectiva algunos destacan el desconcierto que generan algunos protocolos adoptados por las instituciones que, por ejemplo, requieren a los pacientes que circulen por el médico general, el familiar o el internista para finalmente llegar -si lo remiten- al especialista que solicita. Dígase a un oftalmólogo previo paso por el optómetra, si el paciente se queja de visión reducida, dolor y enrojecimiento de sus ojos, o si lo aqueja una tos persistente  de diez días y solicita consulta con un neumólogo, igual deben transitar un  recorrido que perciben como burocrático, inútil y costoso, también para el usuario que debe hacer varios viajes y tomar mucho tiempo. 

O el caso de una señora de 95 años con avanzado estado de Alzheimer que fue remitida a un psiquiatra  mientras su familia insistía en que la tratara un gerontólogo, porque la señora habla muy poco y recuerda menos, por lo cual ir al psiquiatra resultaba infructuoso y costoso, además de ineficiente.

Otra recomendación va para la estructura y operadores de “call centers” que con frecuencia son una pesadilla, cuando una grabación transmite largas y complicadas explicaciones que no se logran asimilar, ni copiar a pesar de disponer del papel y lápiz que piden; cuando lo ubican en el turno 18  mientras obligan a escuchar 20 veces un aburridísimo mensaje que pide paciencia porque … “su llamada es muy importante para ellos” y, al final, a quien resista, le ofrecen cita para dentro de uno o dos meses, o remiten a la web asumiendo que todos tienen acceso a ella.

Se suma el reclamo de los medicamentos recetados que identifican como otra pesadilla: largas filas y horas de espera, con el agravante de que con frecuencia el medicamento no está disponible, lo cual implica regresar no se sabe cuántas veces, el pago de buses, taxis y contar con acompañante, si se trata de alguien incapaz de movilizarse solo. 

También requiere atención de las autoridades competentes el hecho lamentable de que, donde quiera que operan servicios de salud, IPS, EPS, laboratorios, etc, se deteriora el entorno por cuanto usualmente las infraestructuras que utilizan son inadecuadas (casas refaccionadas en zonas residenciales). Allí, en largas filas, se aglomera la gente en calles y andenes, se acumulan vendedores ambulantes, casetas, negocios, y numerosos vehículos invaden el espacio público, generando inseguridad y caos vial que padecen vecinos y transeúntes.

Las observaciones señaladas tienen soluciones previstas por las normas que, si se aplican, podrían mejorar el servicio en forma sustantiva.  Así que  !!manos a la obra!!

Carmen Inés Cruz

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