Quiebre ético

César Picón

Quienes estamos del lado del Paro también tenemos el deber de reconocer, condenar y evitar todo lo que vaya en contra de los valores democráticos o que irrespete la vida y la dignidad humana. El Paro no da licencia para matar ni agredir a los demás, tampoco para arrebatarle deliberadamente los derechos a nadie.
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La protesta social no puede convertirse en un movimiento radical que estigmatiza a quienes, por alguna razón no comulgan con el Paro, que no quiere entender que algunas acciones producen un profundo descontento en otros ciudadanos, que no reflexiona sobre la necesidad de pacificar la dialéctica y más bien insistir en los propósitos de la movilización para así evitar que en las calles algunos se sientan con derecho de actuar arbitrariamente contra los demás. 

Es claro que el Gobierno está respondiendo con tiranía, violencia y opresión, y, además, con sordera a los reclamos ciudadanos. Lo hemos denunciado y rechazado desde todas las orillas. Pero eso no puede llevarnos a caer en la tentación de la guerra y la misma violencia, ni a perder de vista el verdadero propósito de la movilización popular, que no es una confrontación contra las fuerzas del Estado o contra otros grupos de ciudadanos ni la búsqueda de la quiebra económica del país, sino que se produzcan reformas económicas y sociales estructurales que alivien las condiciones de pobreza y desigualdad en las que viven la mayoría de familias colombianas. 

Hay varias situaciones que merecen una profunda reflexión. Marcar con la chapa “gente de bien” para descalificar y señalar a los ciudadanos que se ponen una camiseta blanca para protestar por los cierres que afectan al comercio es cazar peleas con el mismo pueblo. Guardar silencio cuando la víctima de una agresión es un ser humano de la fuerza pública es inmoral. Persistir en los bloqueos intermunicipales que han creado un caos en la economía, desabastecimiento de productos y materias primas, y un alza preocupante en los precios, es una tremenda equivocación. Decir que no retoman clases presenciales por el miedo al contagio de los maestros mientras que Fecode promueve la participación masiva de los mismos en las distintas movilizaciones, es una severa burla a los niños y niñas de Colombia. Desestimar la posibilidad de un diálogo franco, honesto y sobre la base de propuestas viables para poder llegar a acuerdos con el Gobierno, es una total contradicción.

No podemos perder de vista que el Paro tiene un propósito, una razón, una esencia. Pensar en mantenerlo “a raja tabla” sin definir objetivos claros ni admitir la revisión de ciertos aspectos que restan más de lo que suman, puede degradar tan valioso estallido social y terminar menoscabando el apoyo popular.

En el debate de moción de censura al Ministro de Defensa, que desafortunadamente terminó en un espaldarazo de la clase política a un Gobierno que ha infligido los mas condenables abusos y crímenes contra la protesta social, Gustavo Petro sentenció la frase que lleva por título esta columna para condenar la fatal respuesta del Gobierno ante el inconformismo ciudadano y la represión ejercida a través de las fuerzas armadas.

Hay que reflexionar sobre si acaso ese quiebre ético también se está presentando en nuestra orilla.

CÉSAR PICÓN

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