Apuntes sobre los debates presidenciales

César Picón

En los cara a cara presidenciales de la semana pasada se pudo constatar que, pese al amplio abanico de candidatos, no es que los colombianos tengan mucho de donde escoger. 
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La “Coalición de la Esperanza” no ha podido superar las disputas internas que desde el principio los ha caracterizado. Vetos, exclusiones y falta de criterios claros y compartidos, dejan ver que les preocupa más consolidar liderazgos individuales que discutir y proponer soluciones a los problemas que más aquejan a los colombianos. Se quedaron sin su única representación femenina (Ingrid Betancourt), vetaron al único afrocolombiano que intentó sumarse a la coalición (el exministro Gilberto Murillo), y las acusaciones sobre la defraudación de supuestos principios comunes por parte de algunos de sus integrantes, van y vienen. Cuentan con personas inteligentes y valiosas, pero eso no lo han traducido en una apuesta unitaria que proyecte cambios para el país.

En el “Equipo por Colombia” las cosas no van por mejor camino. Aunque allá no se dan palo entre sí y coinciden en representar poderosos clanes políticos regionales capaces de poner montones de votos, esos si que no han sido capaces de trasmitir una sola propuesta concreta que demuestre que comparten una visión de país. ¿Alguien podría decir que diablos los une? Tal vez individualmente tengan sus fuertes: Fico habla de seguridad, Char dice que sabe hacer obras, Peñalosa plantea su visión urbana, y Barguil, bueno, ese si que no dice nada. Confiados en su poder territorial, sus vigorosas estructuras políticas y la compra de votos que sobre todo en la costa volvieron costumbre, van por estas elecciones sin hablar de los problemas de fondo, mucho menos proponen reformas reales.

Los candidatos que van en solitario si que peor. A Zuluaga nadie le cree porque habla como si sus socios uribistas nunca hubieran estado en el poder. Con increíble desfachatez, dice que va a resolver los problemas de los colombianos, si, los mismos de los que ellos son responsables. Desacreditado hasta más no poder, definitivamente solo hace el papel de señuelo. 

Rodolfo, el ingeniero, el que ha podido conectar con su lenguaje desabrochado con muchos ciudadanos cansados de la corrupción, en los debates se queda corto en cuanto a la profundidad de sus ideas. Menciona los problemas de forma clara, con lenguaje preciso, como siguiendo un libreto, pero no señala el camino, tampoco demuestra dominio de los temas económicos y sociales, los desafíos ambientales, la política internacional, entre tantos asuntos sensibles.

Sobre Petro ya he dedicado varias columnas explicando porque creo que es el presidente que necesita Colombia, en esta solo diré que mientras en los debates es el claro “objetivo militar” de todos los demás, que creen que ridiculizándolo y desacreditándolo lograrán remontar en las encuestas, el efecto es el contrario: el hombre firme y sereno, pacífico, con soluciones estructuradas y consistentes, sigue consolidando aceptación en todos los rincones del país, las plazas llenas así lo confirman. El Pacto Histórico no esta compuesto por ángeles ni arcángeles, pero sí por personas que comparten una visión clara para transformar el país; resalto la participación de Francia Márquez que es, quizá, de lo mas valioso y maravilloso de esta campaña presidencial: mujer, negra, poderosa, inteligente, con ideas claras y marcada identidad con las minorías, ella representa la preciosa diversidad y pluralidad de nuestro país.

Cesar Picón.

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