El día a día de los periodistas

Cicerón Flórez Moya

La función prioritaria del periodista es informar. Y esta responsabilidad tiene diferentes facetas. Y en todas predomina el rigor de la certeza de cuanto se dice. Fue esa la visión de Albert Camus al sentenciar que “el periodismo es el oficio más bello del mundo”.
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Debe entenderse que es la belleza de la verdad, de la decencia, de la coherencia, de la exactitud. Es no caer en la tergiversación de los hechos o en el revanchismo dictado por el odio y el prejuicio. El interés público debe predominar sobre las deleznables ligerezas.

El ejercicio del periodismo impone también tener convicciones respecto a la libertad para no sumarse a causas que degradan la existencia humana. Ello implica riesgos que llevan hasta la muerte. Y en Colombia son muchas las víctimas causadas por los grupos criminales aferrados a la perversidad. Por su fidelidad a la defensa de los valores fundamentales de la vida y de los principios sustantivos de la comunicación social fueron asesinados sobresalientes periodistas, como Guillermo Cano, Eustorgio Colmenares, Jaime Garzón, Rafael Bruno y muchos otros. Los activistas de la sombría violencia les pasaron cuentas de obro por su rectitud, por sus convicciones democráticas y su apego a la legitimidad en el manejo de lo público.

Corresponde también al periodismo ejercer veeduría sobre los actos públicos y el manejo del poder, no con fines partidistas sino en defensa de la corrección en lo correspondiente al ámbito oficial. Los medios, que son portadores de la información tienen que surtir sus versiones en fuentes que no se presten a la tergiversación, el ocultamiento o la falsedad. Hacerle el juego a los heliotropos del poder por contraprestación de alguna utilidad es una trampa improcedente. Y los medios no pueden asumir esa falsedad, como tampoco deben convertirse en críticos sin fundamento y solo bajo el estímulo del sectarismo que lleva a la parcialidad política, o de clase.

El debate sobre la libertad de prensa y la alineación política de los medios en Colombia está por darse. Y debe hacerse libre de intolerancia para garantizar conclusiones que aporten claridad o acierten en la medición de las conductas asumidas.

Los medios deben consolidar su independencia, es decir, estar por fuera de las ataduras que presionan en uno u otro sentido. La diafanidad contribuye a crear conciencia ciudadana en beneficio colectivo. Convine no crear dudas o incertidumbres respecto a las responsabilidades que competen a los comunicadores. Cuando estas responden a la ética y se articulan a la comunidad, se evitan los ruidos inconvenientes y se irriga credibilidad y confianza en los receptores. Lo cual debe cuidarse como un patrimonio de todos.

Hay que demostrar que el periodismo no se un oficio secundario y que hace parte de todo el engranaje de la sociedad, por lo cual su ejercicio debe responder al interés público, haciendo que se convierta en un beneficio común.

 

A su trabajo cotidiano de información, en la pluralidad que ofrece, los periodistas deben agregarle la promoción de eventos con los cuales se complemente la comprensión del abundante tejido de los hechos que se divulgan.


 

Cicerón Flórez Moya

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